La manera de actuar de Pedro Sánchez en esta pandemia sigue siendo particular. Incluso podríamos calificarla como errática. Si bien en un principio, cuando decretó el estado de alarma el 14 de marzo, asumió el mando de manera centralizada, luego hizo todo lo contrario. O sea, dejar que las comunidades llevasen el peso de la lucha contra el coronavirus cada una a su manera. Si recuerdan, durante el confinamiento domiciliario los poderes eran del Ejecutivo. Dicho de otra forma: las normas eran las mismas para todo el territorio. Esto terminó hacia el mes de junio cuando Sánchez, en un pleno del Congreso de los Diputados, dijo aquello de «Hemos vencido al virus». A partir del proceso de desescalada, como digo, las autonomías se dedicaron a diseñar un enjambre de decretos casi a diario. Algunos absurdos y que se contradecían entre sí. Por ejemplo, atravesar España implicaba que alguien se tenía que bajar del coche, puesto que se permitía un máximo de viajeros diferente en cada provincia. Y cuando llegó esta segunda ola en la que estamos inmersos, sucedió más de lo mismo. Su Gobierno se cruzó de brazos como diciendo: no queráis descentralización, ahí las tenéis. Han sido, pues, meses de mucha confusión y de que se afrontase la pandemia de manera desorganizada. Unas comunidades pedían confinamientos domiciliarios que le eran negados, en otras había cierres perimetrales totales, parciales o por días y todas apechugaban en solitario con el desgaste de imponer restricciones a la población. Eso hasta que…
El domingo por la tarde apareció de nuevo Sánchez. Por sorpresa, en su homilía televisiva, anunció lo que se iba a aprobar este martes en el Consejo de Ministros: una especie de mando único para suministrar la vacuna a la población. El problema, sin duda, estuvo en que también los distintos dirigentes autonómicos se enteraron de esta manera. Ojo, pese a que las competencias en materia de sanidad son suyas. Exactamente igual que con el borrador de medidas para las navidades «Made in gobierno» que se apresuraron a difundir en los medios. Con recomendaciones que las administraciones de turno pueden seguir o no. Igual en algunos lados hay cabalgata de los Reyes Magos, en otros la tienen que ver por internet y en ciertos lugares el número de personas a la mesa de Nochebuena o Nochevieja será más o menos. En definitiva, unas (no) fiestas diferentes, es verdad, pero también profundamente descoordinadas.
@balbuenajm