Querámoslo o no, el sector hostelero se ha convertido en una especie de termómetro de esta pandemia: su apertura o cierre nos indica si la cosa va mejor o peor. Es cierto que existen otros sectores incluso más afectados, ahora bien, quizá no tan visibles. Sin ir más lejos, piensen en el turístico. Desde marzo están prácticamente sin clientes porque el coronoavirus y sus restricciones a la movilidad no les han dado tregua. Apenas hubo una ventana del visitante nacional durante el verano, pero quienes viven del turismo extranjero se han encontrado con las fronteras cerradas o múltiples trabas para viajar. En definitiva, están teniendo que afrontar un cerrojo de casi diez meses. Sin embargo, digo, son los bares quienes más destacan y llaman la atención pública en su intento por volver a abrir. Eso es así, principalmente, debido a que representan un elemento muy cercano en nuestras vidas. ¿Quién no acude a un establecimiento hostelero al cabo del día? ¿Quién no nota su ausencia, aunque solo sea para tomar un simple café? También la lucha que están llevando a cabo en la calle tiene gran repercusión y apoyo. De hecho, no hay día que no tenga lugar una manifestación, protesta o encierro. Al ser sus negocios frágiles -de pequeño tamaño y sin músculo financiero- las consecuencias de bajar la persiana son aún mayores. Digamos que los pone al límite

El pasado sábado el consejero de Salud, Pablo Fernández, fijaba un criterio para su reapertura. Se trataba de bajar la incidencia acumulada por 100.0000 habitantes en siete días por debajo de los 125 casos diarios. Objetivo al cual ha contribuido el pésimo tiempo que hemos tenido este puente. El por qué se había fijado ese criterio y no otro es un misterio. En Castilla y León, bien es cierto, ya decidieron abrir este viernes, pese a tener en su momento un índice superior. El Principado, siempre cauteloso, lo hará el lunes y con duras restricciones. Algo que no ha gustado demasiado al sector. Incluso hay algunas asociaciones que piensan que esto no deja de ser un cierre encubierto. En cualquier caso, ese termómetro del que hablábamos se ha vuelto a demostrar. Para el Gobierno asturiano la hostelería es el sector cero de esta pandemia. El lugar donde nos relajamos, bajamos la guardia y existen más posibilidades de contagios. Algo, sin duda, discutible, puesto que el virus es tan errático y extraño que nadie sabe como viene o va.

@balbuenajm