O lo que es igual: Gijón con un cierre perimetral y múltiples restricciones que comenzarán mañana domingo. Algo, por cierto, que todo el mundo estaba descontando dada la evolución de la pandemia en el resto de los concejos. El Pleno municipal del pasado miércoles se centró precisamente en eso, o sea, en ponerse la venda antes de tener la herida. Más que nada, porque se sabía de sobra que la espada de Damocles estaba a punto de caer. En concreto, sobre el sector de la hostelería al que este coronavirus está machacando. Como digo, debido a que bares y restaurantes se llevan la palma a la hora de las restricciones -no podrán atender dentro del local, a lo que se suma un horario hasta las ocho de la tarde- el Ayuntamiento ofrece un fondo de al menos un millón de euros para quienes carezcan de terrazas. Ojo, esto no significa que quienes las tengan salgan mejor parados porque siempre dependerán del tiempo, pero si quiera podrán realizar un mínimo (muy mínimo) de actividad. A eso se une a otro de fondo de cinco millones de euros diseñado para aliviar los perjuicios de autónomos y comerciantes que se acabará de pagar en febrero, junto con los discutidos bonos de descuento que aún están sin calendario. Medidas, dicho de paso, que podríamos tildar de cuidados paliativos a un enfermo casi terminal. Supongo que cualquier negocio en este Gijón «4 plus» no quiere vivir de las subvenciones, sino de su propio trabajo.
Pues bien, una de las posibilidades para mitigar este nuevo varapalo era permitir que se coloquen mesas y sillas en las aceras. El concejal de Urbanismo, José Luis Fernández, lo rechazó entre otros motivos porque agudizaría «el déficit de aparcamiento de la ciudad». Cosa que tiene gracia -yo diría que maldita gracia- ya que su gobierno ha contribuido de forma implacable a eliminar plazas de aparcamiento en Gijón. Si no que se lo pregunte a su compañero, el concejal Aurelio Martín, que donde aplica su conocida «movilidad táctica» no vuelve a estacionar un coche. En la última actuación prevista, con el cierre de la avenida del Molinón, se han eliminado 170 de un plumazo. Lo que se quiere contrarrestar con la construcción de un parking en altura tras el Palacio de Deportes que nunca veremos. Por tanto, el edil de Urbanismo puede aducir cien razones para denegar este permiso a los establecimientos sin licencia de terraza y todas serían válidas. Ahora bien, eso de que se pierden aparcamientos mejor que ni lo miente.
@balbuenajm