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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Es lo guay.

Tengo claro que la decisión de que el Muro en el futuro tenga o no tráfico rodado será política. Es decir, la tomará este equipo de gobierno y de poco habrán servido las opiniones de los expertos. Más que nada, insisto, porque ya de antemano la posición de nuestros gobernantes municipales está bien clara: no quieren que aparezca por allí ni un solo coche. De hecho, las jornadas abiertas organizadas en el marco de la comisión de trabajo para la reforma del Muro, siguen esa misma tónica. Si en la primera, las opiniones de arquitectos locales y antiguos técnicos municipales eran favorables a esa apertura al tráfico (yo diría que para enojo de la concejalía de Movilidad). En esta segunda, ha sucedido todo lo contrario. Los ponentes -todos sin vinculación con nuestra ciudad- abogaron por el cierre total al vehículo privado. Aportando soluciones que pueden ser buenas en otros lugares (Vitoria, Barcelona o Pontevedra), pero igual aquí no. Es más, si le preguntas a la Fundación Ecología Urbana su opinión, ¿qué creen que va a responder? Exactamente igual que a la Red de Ciudades que Caminan o la arquitecta y profesora de Urbanismo de la universidad de Barcelona, Zaida Muxi, que dejó una de esas frases para enmarcar: «Estudiar el Muro desde una magnitud ecosistémica para hacerlo así más transversal». Toma ya.

A tal punto llegó la cosa que el director general de Movilidad y Medio Ambiente de nuestro Ayuntamiento, Cosme García, intervino para preguntar si alguno de los ponentes estaba por recuperar espacio para los coches. Como la respuesta fue un no categórico, oigan, todos contentos porque eso es lo guay. Digo más, García no se pudo contener al comparar las dos jornadas: «Escucho ideas del siglo XXI frente a ideas de principios del siglo XX». Vamos, que quienes defendemos que no se puede cortar esa vía de circulación porque tendría funestas consecuencias para la vida diaria, somos unos carcas. Atrasados y que no van con los tiempos que vivimos. Tenemos que cambiar nuestra vida hacia el paseo y el espíritu Zen, de la misma manera que la legión de jubilados y personas alejadas de la actividad laboral que cada día transitan por su famoso «Cascayu». En cambio, a los que necesitamos un vial de tránsito de este a oeste para cruzar Gijón, en fin, que nos den. Lo mismo que a los vecinos de los barrios adyacentes que ven como los coches se desparraman por sus calles. Repito, es lo guay.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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