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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Incoloro e insípido.

Han tenido que pasar 14 años para enterarnos de que en Gijón (y Asturias) había un faro de la cultura. Es el tiempo que lleva funcionando Laboral Centro de Arte y Creación Industrial. Durante esta semana, la Consejería de Cultura decidió dar un golpe de timón y no renovar los contratos de gerencia, junto con la dirección artística, además de que los únicos dos patronos privados de su fundación anunciasen su marcha. Todo ello, entre el revuelo general, porque, como digo, para sus defensores «Asturias tiene algo puntero y diferencial y nos lo vamos a cargar». Repito: no nos habíamos enterado de que existía tal portento. Incluso nuestra alcaldesa, Ana González, criticó la decisión de Cultura señalando que «En estos momentos no se sabe lo que es», cuando en realidad tampoco antes se conocía muy bien. Laboral Centro de Arte ha sido siempre algo ajeno a Gijón (y Asturias) al servicio de unas élites que, por lo visto, creen que no tienen que rendir cuentas ante nadie. Lo único que ha hecho mal la consejería es que ha realizado esta intervención, sin aportar antes un plan definido para un equipamiento que actualmente es como el agua: incoloro e insípido. Nadie en la calle, salvo esas élites de las que hablábamos, sabe si quiera de su existencia o labor desarrollada durante estos años. Pregúntenle a cualquier gijonés y una de dos: o nunca lo ha pisado, o ni siquiera conoce que está ahí.

Laboral acumula una deuda de unos 850.000 euros. A finales de 2018, tanto el Principado como el Ayuntamiento, tuvieron que acudir en su rescate aportando 450.000 y 150.000 euros, respectivamente. El pufo se había disparado hasta los 2,4 millones. Según la memoria presentada en 2019, tuvo unos ingresos por venta de entradas anuales de 158 euros. Anteriormente, recuerden, hubo una gran polémica porque se había intentado camuflar las ridículas ventas de taquilla y visitas, contabilizando la cifra de aquella manera. Dicho en otras palabras: recauda más cualquier concierto privado que se organiza en el cercano patio de La Laboral, que este equipamiento en toda su historia. Ahora díganme si esto es sostenible. Ay, pero algunos dicen que eso no importa. Que lo público, como es un pozo sin fondo, tiene que seguir siendo el maná de Laboral y que, pese a que sale del bolsillo de los ciudadanos con sus impuestos, tampoco hay por qué entenderlo. Vamos, eso mejor dejárselo a las élites y nosotros, claro, a pagar y callar. En fin…

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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