Hace más o menos un año, cuando acabábamos de salir de un confinamiento duro, había que ampliar las zonas peatonales en nuestra ciudad. De hecho, la capacidad de contagio del virus era bastante desconocida y se imponía mantener la distancia de seguridad. Nuestro Ayuntamiento reaccionó a finales de julio con dos medidas controvertidas. La primera, creando unos correderos hacia la playa con la peatonalización de las calles Ruiz Gómez y Caridad, obras ejecutadas casi cuando se marchaban los turistas al haberse acabado las vacaciones. Y segundo, inventándose el que se conoce popularmente como el «cascayu». Ya saben, ese corte de carriles en El Muro hasta dejar uno para vehículos en sentido hacia el Piles, posteriormente pintados a colorines. En principio, iba a ser una medida provisional y hasta que la pandemia remitiese. Incluso nos decían que reversible en cualquier momento, pero…
En un lugar normal, digo, se hubiese vuelto paulatinamente a la situación anterior. Al menos, restableciendo el carril en sentido «La Escalerona», puesto que el actual corte provoca tremendos tapones circulatorios en barrios como La Arena o la avenida de la Costa. Ahora bien, esa nunca fue la intención de la concejalía de Movilidad. Más bien, era su oportunidad para poner en práctica la política de expulsión del coche que practica. Recuerden cuando, según sus particulares estudios, aseguraba en septiembre de 2020 que esos carriles sustraídos al tráfico eran transitados por 1.521 personas a la hora. Vamos, una especie de muchedumbre similar a la de noche de los fuegos transitaba a diario. El Colegio de Arquitectos ha elaborado un documento donde se ponen los puntos sobre las íes. En concreto dice que, en la franja horaria de máxima ocupación, pasea en El Muro tradicional 1.815 personas por hora, mientras que por la nueva zona peatonal 503. Es decir, más del triple. ¡Toma! Además, como colofón a estos nuevos tiempos móviles que vivimos, hemos visto nacer una nueva (dicen) zona de descanso, por llamarlo de alguna forma. Sí, esa especie de exposición de Ikea que se ha colocado cerca de la esquina con la avenida de Castilla. En cualquier ciudad, repito, se volvería a la situación anterior a la espera de que se realice un estudio serio y riguroso sobre El Muro que queremos. Sin embargo, ahí está el «cascayu». Ahí está viendo pasar el tiempo, como en la canción de Víctor Manuel, algo no precisamente parecido a la Puerta de Alcalá.
@balbuenajm