Se ha acabado pareciendo demasiado a la vieja. Es la conclusión que podemos sacar de la guerra interna que se está viviendo en Podemos Asturias. Las primarias en la formación morada han resultado ser de lo más convulsas. Dos candidaturas, la de Daniel Ripa y Sofía Castañón, se disputan la dirección en una lucha cruenta y sin cuartel. La gota que colmó el vaso, sin duda, fue la intervención el pasado sábado de la Unidad de Cumplimiento Normativo. Órgano autónomo del partido encargado de analizar posibles actos ilícitos y bajo el control de la dirección estatal. De la noche a la mañana y como quien no quiere la cosa, fueron transferidos 202.000 euros de sus cuentas bancarias. O sea, se las vaciaron. Todo ello, por una denuncia presentada ante presuntas irregularidades en el reparto de las ayudas del Proyecto Asturias. A la postre, el dinero que donan sus cargos púbicos para no cobrar más de dos veces el salario mínimo interprofesional. Tanto Ripa como Castañón se han acusado mutuamente de adulterar el proceso de primarias que está en marcha, dando al exterior una imagen clara de división interna. Desde luego, algo que suele pagarse en las urnas.
¿Cómo acabará esto? Pues mal. Una fractura de este calibre, cuando quedan todavía bastantes meses para las elecciones (mayo de 2023), resulta difícil de gestionar en el tiempo. Está claro que en Podemos hay una herida que sangra. Yo diría que cada vez más y no creo que cicatrice con el resultado de las primarias. Irá mucho más allá. De hecho, los cuatro diputados morados de la Junta ya se encuentran divididos desde hace mucho. Podemos, a nivel de partido, ha dejado de ser aquel proyecto fresco que nació en 2014 como consecuencia de la indignación popular. Se ha quemado en su propio fuego. Entre otras cosas, porque ha caído en los vicios de los partidos que decía combatir. En todo este tiempo, hemos visto purgas internas (de sus fundadores sólo quedó Pablo Iglesias), incoherencias con un discurso populista (la compra del famoso chalé de Galapagar) y de decisiones estratégicas inexplicables (Iglesias alcanzó el poder como vicepresidente y luego se fue sin mayores miramientos). La crisis de la formación a nivel asturiano tiene su epicentro en cómo ese modelo primigenio ha ido cambiando. Mientras Ripa defiende el más tradicional, Castañón se apunta a los nuevos tiempos que corren por Madrid. Resultado: seguro que nada volverá a ser igual.
@balbuenajm