Está claro que la estrategia en la lucha contra la pandemia ha cambiado. Digo más, a las administraciones les está costando mucho recuperar las restricciones. Saben de sobra el coste social, económico y político que ello trae consigo. En cualquiera de las otras cinco olas que hemos superado, una situación como la actual con récord de contagios, hubiese dado lugar a un cierre de actividades inmediato. Por mucho menos, repito, se ha hecho antes. Sin embargo, estamos viviendo una suerte de (no) acción general y que vaya pasando el tiempo a ver si la cosa afloja. Dejar hacer, dejar pasar. Es más, hasta el Principado que tanto creía en la opinión de los expertos, los dejó de escuchar. El presidente en funciones, Juan Cofiño, incluso dijo «Expertos hay muchos y aparecen en exceso». La consigna, pues, es resistir. Que cada persona tome sus propias medidas de protección y, si es el coronavirus no aprieta demasiado, a seguir como si nada. Navidad a todo color. Sensación que comenzó transmitiéndose desde La Moncloa hace una semana. Pedro Sánchez compareció el domingo pasado ante los medios para anunciar lo que sabíamos: la convocatoria de una conferencia de presidentes autonómicos. En la misma, sólo se adoptó la medida de recuperar la mascarilla para exteriores. Algo que ya hacían la mayor parte de los ciudadanos motu proprio y ha resultado insuficiente.
Mientras tanto, la Atención Primaria colapsa ante la gran cantidad de gente que recibe. Unos con síntomas, otros infectados y algunos que quieren buscar esa sensación de seguridad. A todos ellos se urge a la resiliencia, puesto que están desbordados. El Gobierno asturiano optó por una línea blanda que ha tenido que cambiar a última hora. ¿Sirvió para frenar esta nueva ola la implantación del pasaporte Covid en otras comunidades? La respuesta es no. ¿De verdad se cree que con medidores de CO2 en los establecimientos frenaremos a Ómnicron? Sin duda, tampoco. Al final, aunque resulte doloroso, han tenido que recuperar las restricciones por los más de 1.000 contagios diarios. Hemos sufrido durante este tiempo confinamientos totales, parciales, cierres perimetrales, limitación de horarios comerciales, de reuniones, toques de queda, etcétera. Algunas de estas medidas incluso fueron a todas luces excesivas. Pues bien, cuando casi todos conocemos (o hemos padecido) un caso de Covid, ha costado Dios y ayuda volver a imponerlas. Francamente, no lo entiendo.
@balbuenajm