En Gijón está cogiendo mucho peso la hostelería. Es decir, en la reforma de cualquier vía siempre se aumenta el espacio dedicado a las terrazas. Sólo hay que ver el nuevo proyecto de El Muro, donde se ensancha la actual acera con el fin de que sean permanentes. Es más, la patronal del sector está presente en cada una de las remodelaciones que se quieren acometer a modo de lobby. Pidiendo aquí y allá el incremento de la superficie dedicada a sus negocios en las zonas públicas. Ojo, que en absoluto estoy diciendo que eso esté mal. Simplemente, que en las calles también existen otro tipo de establecimientos que merecen atención. Ahora mismo, el comercio tradicional se encuentra inmerso en una profunda crisis por los vertiginosos cambios que se están produciendo. Básicamente, un proceso de consumo digital que ha acelerado la pandemia. De hecho, raro es el día que no conozcamos el cierre de un comercio de los de toda la vida. Esta semana fue la zapatería Chiqui, donde muchas generaciones de gijoneses (me incluyo) se sentaron en sus famosos columpios. Anteriormente, hubo otros en los que se dieron las circunstancias de una falta de relevo generacional. O sea, los fundadores (o como mucho los herederos) se jubilan y nadie quiere continuar con el negocio. Estamos, pues, ante un proceso de reconversión del sector en el que se juega su subsistencia. Por eso, bueno sería que nuestro Ayuntamiento tomara nota y recuperase políticas en otros tiempos exitosas. Me refiero a cosas como la creación de más ejes comerciales y vender una imagen de marca conjunta a nivel de ciudad. Desde luego, yo no concibo un Gijón lleno de bajos vacíos y sin comercio tradicional. Sin duda, necesitamos algo más que terrazas hosteleras para nuestras calles.
@balbuenajm