Lo que fue. En abril de 2020, nuestro Ayuntamiento decretó el cierre al tráfico rodado en El Muro. Nada que objetar. Eran tiempos difíciles puesto que veníamos de un confinamiento. Esto es, la gente teníamos ganas de salir a la calle y había que generar espacios. Es más, iniciativas así proliferaban a lo largo de toda España. Desde instancias municipales, se dijo que era una medida provisional que se levantaría una vez superada la pandemia. Nada de eso. Los gijoneses veíamos como esta peatonalización a las bravas iba tomando cada día cuerpo. Se eliminaron 8 semáforos e instalaron 33 bancos, mientras que los carriles antes destinados al coche eran pintarrajeados. Todo ello, bajo la filosofía de la concejalía de Movilidad expresada en multitud de ocasiones por su máximo responsable, Aurelio Martín: lo que tenía El Muro «era una autopista». Entonces, fue cuando tomamos conciencia de que esos cambios, lejos de ser reversibles, tenían el carácter de definitivos. Un símbolo de Gijón iba a ser transformado por la puerta de atrás y sin ninguna consulta. Eso sí, la presión popular (con manifestaciones, recogida de firmas y el bautizo socarrón del famoso «cascayu») hizo que naciera un plan de reforma con la clara intención de restañar heridas. De hecho, raro es el organismo o institución a la que no se ha consultado en busca de un consenso. Hasta la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, cuando vino a Gijón hace poco, habló maravillas del proyecto. Lógico, si tenemos en cuenta que todos los días la vemos por allí paseando…

Lo que debería ser. Una actuación para salir de la crisis que tendría haberse acabado hace tiempo. Dando paso, claro, a un plan integrador, o sea, donde todas las formas de movilidad estén recogidas en su justa medida. Lejos de eso, ha sido la Justicia quien ordenó a la fuerza su desmantelamiento. Ahora, la concejalía de Obras Públicas (PSOE) se está devanando los sesos en cómo cumplir esa sentencia, mientras que la responsable de este desaguisado, a la postre, Movilidad y Medio Ambiente (IU), hace mutis por el foro. Vamos, como si no fuese con ellos la cosa. Tenemos, pues, que los de Olmo Ron, máximo responsable de Obras Públicas, han hecho el papel de tontos útiles. Dicho de otra forma: durante esta legislatura ha sido Martín quien no ha parado de proponer y Ron, por su parte, de ejecutar sin rechistar. Sin embargo, cuando surgen problemas adivinen quién recibe los palos.

@balbuenajm