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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

La hidra demográfica.

Nuestra demografía menguante está presente en todas partes. Vean si no lo que pasa con el mercado de trabajo, cada vez más pequeño y donde las clases pasivas superan a las activas. Todos conocemos el caso del cierre de un negocio por falta de continuidad. Es decir, la primera o segunda generación resistió la dura tarea de luchar cada día para salir adelante, pero no más. Nadie quiere seguir con tan ingrata labor. Detrás, como digo, se encuentra la falta de relevo generacional, o bien que los nuevos emprendedores optan por caminos más cómodos. Resultado: pese a que en otras crisis aumentaba el número de autónomos, ahora no. Situación muy parecida a lo que está sucediendo en la empresa privada. Pese a que el número de parados en nuestro paraíso natural sigue siendo relevante (62.422 según la última EPA), resulta bastante común escuchar quejas sobre la falta de trabajadores para cubrir los puestos. Ojo, a cualquier nivel de cualificación. O sea, lo mismo no hay camareros para una sidrería, que ingenieros informáticos en una empresa tecnológica. ¿Por qué? Volvemos a lo mismo. Primero, porque cada vez existe menos gente joven disponible. Recordemos que nuestro sistema ya no considera como válidas a las personas que han cumplido los 50 años, independientemente de su estado físico o la experiencia que acumulen. Y segundo, la pandemia ha cambiado las relaciones laborales. Muchos que antes optaban por empleos peor remunerados o más sacrificados, en la actualidad no quieren volver en esas condiciones. Prefieren explorar otras posibilidades o, simplemente, transitar por la economía subvencionada. En otras palabras, no les merece la pena trabajar.

Sin embargo, existe un sector ajeno a esta problemática. Me refiero al público, que en Asturias es visto como una especie de «Arcadia feliz», a la que todo buen asturiano aspira. Tanto es así que, ante la oferta de cualquier ente para cubrir plazas, el número de demandantes se dispara. Es más, hasta desde la propia Administración -y para cumplir con las normativas europeas de rebajar la temporalidad- se fomenta una suerte de «amnistía laboral». Sólo el Principado piensa transformar 8.413 puestos ocupados por interinos, en funcionarios de manera directa y sin tener que realizar una oposición. Tenemos, pues, que aquí la hidra demográfica y sus múltiples tentáculos no se percibe de ninguna manera. Nunca falta alguien que quiera incorporarse a lo público.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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