El futuro Plan de Movilidad está levantando ronchas. En realidad, nada nuevo. Los responsables vecinales se sienten maltratados ante su implantación. La Federación Vecinal Urbana (FAV) considera que hay seis barrios de la zona oeste donde no se contempla ninguna actuación. Dicho de otra manera: Gijón parece que acaba en La Calzada, dice la FAV. Además, planean una marcha nocturna de protesta con velas. Las parroquias rurales también alegarán contra el plan. Aseguran que no les tiene en cuenta y se sienten olvidadas. Piensan que solo se circunscribe al casco urbano, dejando de lado a la zona rural. A la postre, quien más depende del coche. La tribu de la Movilidad reacciona. Va por las asociaciones de vecinos vendiendo las bondades de su «nuevo modelo» de ciudad. La semana pasada estuvieron en El Coto. Gran jefe de la tribu, Aurelio Martín, planteó celebrar una «consulta popular» sobre la ampliación de la zona ORA en el barrio. Algo que prevé la norma (20 nuevas calles) y que no gusta a los vecinos. Por lo visto, ahora vamos a tener una movilidad cantonal. Es decir, el cantón de Laviada, El Llano, Pumarín o Viesques podrían tener su propio plan a la carta. Todo ello, basado en una especie referéndum ciudadano «ad hoc». Sin duda, de locos. En el último Pleno, se aprobó señalizar el uso de la etiqueta ambiental. Votación que dejó solo al equipo de gobierno en su oposición, mientras el resto de los grupos municipales lo sacaba adelante. Tendremos, pues, carteles que avisarán de su obligatoriedad y la multa que conlleva no cumplir la ordenanza vigente (90 €). Sugiero que se haga a modo de epitafio. Sí, una especie de inscripción para la tumba del vehículo particular en que se ha convertido nuestra ciudad. Podría ponerse en la entrada a Gijón, algo como: «Aquí yace la libertad de los gijoneses para moverse como quieran».
@balbuenajm