Esta semana los vecinos de la zona oeste salieron a la calle. Los nueve barrios que la componen (Jove, La Calzada, Tremañes, El Natahoyo, Moreda, Veriña, Portuarios, Pescadores y El Muselín) cogieron la pancarta para poner de manifiesto su hartazgo, ya que siguen siendo el epicentro de la contaminación en Gijón. Es decir, allí donde los medidores de polución siempre sobrepasan el límite máximo permitido. También en materia de ruidos, porque la avenida Príncipe de Asturias es la vía de mayor contaminación acústica en la ciudad. Lo dice el reciente Mapa Estratégico del Ruido elaborado por el Ayuntamiento. Todo ello, debido a que el tráfico pesado continúa transitando a raudales, puesto que el ansiado vial de Jove no acaba de hacerse realidad. La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, en su última visita, anunció que pronto «íbamos a tener buenas noticias». Pregunto, ¿cuándo? ¿Dentro de meses, años, lustros…? Asimismo, las inversiones en la planta de Arcelor-Mittal están pendientes de 1.000 millones de euros para producir acero verde. Ahora bien, de momento, lo único que nos ofrecen es elevar las chimeneas con objeto de dispersar el humo. En definitiva, los aproximadamente 50.000 habitantes del oeste de gijonés se sienten olvidados y abandonados. Reclaman más inversiones y los mismos servicios que otros barrios. Algo que, desde el punto de vista político, tiene enjundia. Entre otras cosas, porque es el granero de votos de los actuales partidos gobernantes en el Consistorio (PSOE e IU). Digamos, pues, que su electorado les ha dado un toque de atención en toda regla. El secretario general del socialismo local, Monchu García, está preocupado. Dice que quizá «no se entienda lo que se está haciendo». ¡Bingo! He ahí el quid de la cuestión. El desgaste del equipo de gobierno municipal se incrementa cada día más.

@balbuenajm