Han pasado casi tres semanas desde que se abrió El Muro al tráfico. Ya saben, en cumplimiento de una sentencia provisional que obligó al Ayuntamiento y puso fin al «cascayu». Oigan, ¿y ocurrió algo extraordinario? ¿Tenemos acaso una huella de carbono mayor en nuestra ciudad? ¿Dejó alguien de pasear por San Lorenzo desde que volvimos a tener un carril en dirección oeste? En absoluto, más bien, todo lo contrario. Sus efectos en los barrios adyacentes fueron inmediatos: los atascos en la avenida de la Costa dejaron de ser habituales, como si fuese por un milagro de la virgen de Covadonga. Es más, ni nos acordamos de ese pavimiento de colorines que trajo consigo la pandemia, incluso diría que ni lo echamos de menos. La normalidad, sin duda, estaba en que todas las formas de movilidad estuviesen presentes en la avenida de Rufo Rendueles. Lo anormal, claro está, fue que se decretase la expulsión del vehículo particular a las bravas. Todo ello, ojo, pese al diseño manifiestamente mejorable que hicieron desde instancias municipales, para su reapertura. Como es de sobra conocido, no se les ocurrió otra cosa que dejar al carril bici en el centro de la avenida, en vez de trasladarlo al lado de la playa, donde siempre estuvo. Por eso, ahora las bicicletas tienen que hacer piruetas para sortear los constantes cruces con los coches. Algo, insisto, que se podía haber evitado. Máxime, cuando vemos que este formato va a perdurar en el tiempo, debido a las dudas jurídicas que suscita su reforma.
Vamos a pedir peras al olmo: ¿por qué el Ayuntamiento, en la futura remodelación que está presentando, no incluye de mano la circulación transversal? ¿Por qué no puede tener un carril en cada sentido que se abra o cierre en función de las circunstancias? Por ejemplo, un fin de semana cualquiera o con eventos como el que tuvimos -un festival aéreo a tope de gente- podría permanecer cerrado. En cambio, durante la semana -cuando se necesita para trabajar- abierto para el tránsito. Recordemos que la solución propuesta es una plataforma única para vehículos de emergencia o servicio, residentes y nada más. En definitiva, una peatonalización de facto. ¿Por qué desde la concejalía de Movilidad no valoran la experiencia actual? ¿Por qué no ven que El Muro ha dejado de ser noticia a diario? Lo normal, repito, es que en tan icónico lugar no se expulse a ninguna de las formas de movilidad. Vamos a pedir peras al olmo.
@balbuenajm