Uno. Resulta evidente que el mecanismo creado para forzar primarias dentro del socialismo gijonés es bastante imperfecto. Es decir, no satisface a casi nadie, puesto que tiene múltiples lagunas. Los que consideran que se debe ir a las urnas se quejan por la falta de un censo fiable con el que trabajar. Esto es, una vez conseguidas las firmas desconocen si son válidas, hasta que lo confirme la Comisión Ética de la Federación Socialista Asturiana (FSA). Imagínense si al final de este tortuoso camino, se descarta el voto porque la FSA invalida unas cuantas firmas. Sin duda, ahí empezaría el barullo de verdad en forma de suspicacias. Los partidarios de la alcaldesa alegan indefensión. O sea, que mientras la otra parte se muestra activa incorporando militantes a la causa, ellos no pueden hacer otra cosa que elaborar escritos de apoyo para publicarlos en los medios de comunicación. Al final, se mire como se mire, este inédito proceso se parece demasiado a unas primarias de toda la vida. Eso sí, solo sobre la figura de Ana González.

Dos. Aquí ya hay alguien que pierde de antemano: la alcaldesa. Difícilmente va a poder hacer borrón y cuenta nueva, después de todo lo que ha pasado. Entre otras cosas, porque si se somete a las urnas, está claro que su opción tendría pocas posibilidades de victoria. En otras palabras: si se han presentado las famosas 592 rúbricas es que más de la mitad del partido no la quiere como candidata. Por su parte, si no se llega a producir tal hecho y es de nuevo cabeza de lista, la erosión que tendría ante el electorado es altísima. Digo más, una buena parte de su formación esperará que se pegue el batacazo en los próximos comicios y no les cuento ya su oposición política, que tendría munición para tirarle con calibre del diez.

Y tres. En el problema está la solución. Si la figura de Ana González ha creado esta división interna, quizá le corresponda también a ella solucionarlo. Quizá, digo, dando un paso atrás y permitiendo que se celebren unas primarias sin su concurso. Entre nuevos candidatos que hagan olvidar a los militantes y simpatizantes del socialismo gijonés esta convulsa historia. No sé, pero pocas alternativas quedan que no pasen por el voto, de una u otra manera. La batalla interna ha sido de una crudeza extrema y deben restañarse las heridas antes del 28 de mayo. Cosa, obviamente, que no sucederá si Ana González no ofrece una alternativa con altura de miras.

@balbuenajm