Dos intercambiadores de autobuses, parques, jardines, soterramientos, peatonalizaciones, pabellones de nuevo cuño… La lista de promesas electorales escuchadas hasta ahora es larga y seguirá creciendo. A menos de una semana para que se inicie la campaña, los partidos echan el resto con la visión de su Gijón ideal. Nada que ver con el que tenemos puesto que será moderno, sostenible, solidario, blablablá. Si en 2015 el tema central estaba en fomentar las ayudas sociales, en la actualidad se habla más de infraestructuras. Diseñar calles o plazas y, sobre todo, zonas verdes. En definitiva, volvemos a la micropolítica como tema principal. Todo ello, porque la ciudad necesita esa renovación que no se ha producido durante años. Debido a las crisis económicas, pandémicas y también porque el discurso predominante estaba, como digo, en las políticas sociales. Es más, incluso ahora parece que la economía se encuentra en un segundo plano. De hecho, se comprometen más plazas de aparcamiento que empleos. La industria, claro, es bienvenida siempre que no produzca efectos secundarios. O sea, muestre algún signo de contaminación. La empresa privada es vista con recelo no vaya a ser que perjudique a lo público. Ejemplo: el hospital previsto en Nuevo Gijón. A la postre, ofertas adaptadas a una sociedad que no demanda más puestos de trabajo, sino lo contrario: quiere lugares de ocio y relax con El Muro como eje de sus paseos matutinos. Se nota que tenemos dos tercios de la población inactiva. Asimismo, tampoco nadie ha sacado a colación el plan de vías. Objeto en anteriores campañas de manifestaciones. Parece que está ahí durmiendo hasta que el Ministerio de Transportes redacte el proyecto. Situación insólita que se resume en que antes teníamos un convenio y ahora solo un protocolo. Desconocemos, pues, si esta próxima legislatura veremos moverse alguna piedra. Pregunto, ¿o alguien lo puede asegurar?
@balbuenajm