Si algo quedó claro en la sesión de investidura de ayer es que vamos a tener una legislatura de confrontación entre bloques. Esto es, izquierda contra derecha. Teniendo los primeros en la diana el pacto suscrito entre Vox y Foro Asturias para alcanzar la Alcaldía. Es más, especialmente duro en su intervención fue el portavoz del PSOE, Luis Manuel Fernández Flórez, «Floro». En concreto, lo llamó el «pacto de la vergüenza» y echó en cara varias veces a Carmen Moriyón haber faltado a su palabra (aquello de que no pactaría con la ultraderecha). Quizá exhibiendo toda la dureza, repito, que le faltó durante la pasada campaña electoral. En cualquier caso, parece que el partido de Santiago Abascal está (y va a estar) en la picota de forma constante. De hecho, no olvidemos que para los gijoneses este va a ser el gobierno de Moriyón, aunque lo acaben formando de facto tres formaciones con diferentes personalidades. Por tanto, entiendo los recelos foristas al tener que meter a los de Abascal en el ejecutivo local, para no vivir el mismo desgaste del PSOE con las políticas de movilidad de IU. Sin embargo, al final, tuvieron que tragar (literalmente) con un acuerdo forjado a última hora de una tarde del viernes muy intensa. Vox tendrá la concejalía de Festejos, un puesto en la Junta de Gobierno Local y el control de Divertia. Además, también se alcanza un acuerdo programático de nueve puntos con algunas “delicatessen” marca de la casa. Por ejemplo, en materia de política lingüística haciendo especial inquina contra el asturiano. Algo que ya ha levantado ampollas y dimisiones dentro del partido. En resumen, esta negociación se había convertido en cuadrar una especie de cubo de Rubik al que le faltaba por completar la cara verde. El cubo de Carmen, por fin, se ha terminado y ya es alcaldesa por tercera vez. Eso sí, con más dificultades, cesiones y desgate interno de lo previsto.

@balbuenajm