Sabido es que el futuro en manos de máquinas resulta inquietante. Aquí tuvimos una prueba en materia de Movilidad. Eso sí, máquinas, digo, ideológicas que imponían su criterio a las bravas, aunque eso representase llegar al absurdo. Tomen como ejemplo lo que pasó en El Muro con el famoso «cascayu» o ese carril bici encajado en mitad del paseo. La inteligencia artificial (pero muy artificial) aplicada a las calles gijonesas nos estuvo complicando la vida durante cuatro años, con una batalla sin cuartel contra el coche. Buena prueba fue el corredor peatonal que se intentó montar con las calles Ruíz Gómez y Caridad. Decían nuestros particulares «Terminator» del vehículo particular que -con la sobada excusa de la pandemia- era necesario montar un camino hacia la playa. Sí, que las masas obreras y campesinas tenían que fluir hacia San Lorenzo por allí. Oigan, como si no se pudiese acceder al arenal en nuestro Gijón del alma desde múltiples puntos. El caso es que ambas céntricas calles fueron desmanteladas. Se eliminaron las plazas de aparcamiento y quedaron en un limbo. Ni fueron vías completamente peatonales, ni tampoco abiertas al tráfico. Pintaron dos filas de colorines a cada lado para uso de los viandantes, pero estos siempre iban por las aceras de toda la vida. Es más, al final, quien utilizaba esta especie de nuevo «cascayu», eran los coches y vehículos de reparto para estacionar. En resumen, un sinsentido total. Máxime cuando una señal indicaba a los conductores que intentaban atravesarlas, que podían encontrarse con niños jugando a la pelota porque era área residencial. Nunca se vio ninguno. El nuevo equipo de gobierno ha decido desmantelar el engredo. Es decir, revertir las dos filas de colorines para volver a tener aparcamientos. Se recuperarán sobre unos 50. Moraleja: tengan cuidado cuando algunos políticos utilizan la inteligencia artificial (pero muy artificial).
@balbuenajm