La regeneración de los terrenos de Naval Gijón es una de las grandes operaciones urbanísticas pendientes en nuestra ciudad. Esto es, necesitamos que esa cicatriz se restañe y El Natahoyo pase a ser un barrio consolidado. O sea, sin partes que parecen abandonadas o sacadas de un conflicto bélico. El pasado lunes, nuestra alcaldesa, Carmen Moriyón, apeló en un acto de EL COMERCIO al carácter gijonés de la Autoridad Portuaria. Dijo «Gijón quiere a su Puerto y ya es hora de que el Puerto quiera a Gijón». Reclamando, sin duda, su implicación en la recuperación de esta trama urbana. Algo, entiendo, similar a lo que se hizo su día con la zona de Poniente. Los 60.036 metros cuadrados tienen dos dueños. Por un lado, la propia Autoridad Portuaria y por otro, Pequeños y Medianos Astilleros en Reconversión (Pymar). Ambos desean hacer caja ya que no pudieron cambiar el Plan Generación de Ordenación (PGO). Es decir, pretendían una edificación residencial para aumentar el valor del suelo, pero se encontraron con que el PGO prevé un parque empresarial dedicado a la economía azul. A la postre, empresas limpias relacionadas con el mar. Pues bien, creo que la única forma de obtener su implicación es ofreciéndoles una operación con retorno. En definitiva, que puedan conseguir recuperar los 8,5 millones de euros en los que está tasado el terreno. También recordándoles que su venta en subasta no es ni mucho menos fácil. De hecho, ya lo intentaron sin éxito. A ver qué iniciativa privada se mete a desarrollar suelo empresarial en los tiempos del teletrabajo. Por tanto, es necesario buscar fórmulas que permitan a la propiedad obtener una rentabilidad en un periodo de tiempo razonable. Esto no va solo de apelar al corazón, sino que tiene un importante componente económico. Tanto el Puerto como Pymar necesitan ingresos para rebajar su deuda. Seamos realistas, porque esto va de pasta, dinero, money… y debemos tenerlo claro.

@balbuenajm