Vaya por delante que Gijón es una ciudad segura. De hecho, la pasada semana un grupo de refugiados colombianos que estuvieron seis meses en la ciudad, lo dejaron bien claro. Pertenecientes al programa asturiano de Atención de Víctimas de la Violencia de Colombia, acabaron su estancia valorando el alto grado de seguridad que se vive aquí. No obstante, también se producen hechos que perturban de forma grave nuestra convivencia. Es el caso de la paliza que recibió un hombre durante la madrugada del sábado, en la zona de ocio nocturno de Fomento y que le ha costado la vida. A la postre, una tragedia que, además de condenarla de forma enérgica, debe darnos motivos para la reflexión. Más que nada, puesto no es la primera vez que ocurren agresiones tan brutales en dicho entorno. En julio de 2017, un joven de 24 años recibió tal cantidad de golpes que le dejaron secuelas de por vida. Todos conocemos lo que le pasó a Germán Fernández, quien marchitó su juventud en apenas unos minutos. Antes, tuvieron lugar dos muertes violentas en 2008 y 2011, siempre bajo el mismo denominador común: Fomento.

Sin duda, la zona cero de disfrute de la noche en nuestra ciudad. Existen, claro, también otros lugares de copas, pero es en la calle Rodríguez San Pedro y Marqués de San Esteban donde se concentran estos locales. Ojo, seguro que ponen medidas para que no se produzcan altercados, puesto que, al fin y al cabo, también salen bastante perjudicados. Ahora bien, lo que deberíamos plantearnos es si es necesaria una mayor implicación desde instancias municipales. Es decir, no solo aumentar la vigilancia policial, porque, entre otras cosas, no se puede mantener de forma indefinida. Hablo de cosas como, quizá, una moratoria de su instalación en esta zona. Esto es, que no se acumulen ahí esa gran cantidad de locales de apertura nocturna, para mejorar la seguridad de los propios clientes y vecinos. Estos últimos -entre los cuales me incluyo- sufridores cada fin de semana de lo que a veces traen consigo. O sea, vandalismo, suciedad, conflictos y, en el caso extremo, como hemos visto, incluso muertes. Sin ir más lejos, en la noche negra del sábado pasado, hasta tres peleas tuvieron lugar de forma simultánea. Por tanto, la cuestión no es ya solo más policía, sino menos masificación. Esta columna lleva el mismo título (y deseo) que cuando sucedió el «caso Germán»: nunca más. Sin embargo, ha vuelto a pasar…

José Manuel Balbuena.