En la villa asturiana donde descanso y logro la paz interior, cada verano sucede un hecho singular. Un grupo de ovejas se concentra en un prau cercano en el que la gente pasea de forma relajada. Hasta ahí nada especial. Lo habitual en nuestro paraíso natural. Ahora bien, el fenómeno comienza cuando al grupo ovino se le ofrecen determinadas cosas para comer. En concreto, palomitas, gusanitos, gominolas y cosas así. En definitiva, golosinas que incluso pueden dañar a los animales. El caso es que casi automáticamente ese rebaño se comporta de forma organizada. Es ver una bolsa de plástico y acudir veloz en su búsqueda. Ni siquiera lo dudan. Es más, han acabado siendo totalmente adictas a la llamada comida basura. Vamos, que ya no hay quien se la quite e incluso persiguen a los turistas para que las ceben. La hierba, claro, ha pasado a un segundo lugar en su dieta.
Pues bien, digo todo esto por la variante de Pajares. A la postre, obra muy importante que de momento ya ha conseguido algo: que los asturianos volvamos a mirar al tren. Hasta ahora, medio marginal y evitado. Sin embargo, ese idilio con el ferrocarril puede acabar más rápido de lo que pensamos. Sobre todo, si no se producen mejoras en el tramo asturiano donde los tiempos de viaje son realmente insoportables. ¿Cómo puede ser que la Alta Velocidad tarde media hora en recorrer la distancia entre Gijón y Oviedo? O sea, lo mismo que un convoy de cercanías cualquiera. Ya van dos veces -el pasado domingo y lunes- que el AVE se va quedando en la capital asturiana. El motivo: recuperar el retraso acumulado en Madrid por distintas averías. Así, los desconcertados viajeros, fueron invitados a montarse en un regional para poder llegar a Gijón, puesto que a Renfe recalar en la última estación le descolocaba por completo la programación. Blanco y en botella… Exactamente lo mismo que pasa con el recorrido hasta Pola de Lena, donde este tren del siglo XXI ya empieza a correr de verdad. A veces, insisto, como asturiano me siento igual que las ovejas que antes les contaba. Nos dan un AVE de aquella manera -con la velocidad media más baja de toda España- y encima nos mostramos felices. Encantados con la posibilidad de salir por un túnel bajo la cordillera, pero con capacidades todavía muy inferiores a las que disfrutan en el resto de los territorios. Repito: nos dan los chuches y no la hierba que comen en otros lugares.
@balbuenajm