En abril de 2008 se puso la primera piedra de un hotel cinco estrellas para la ciudad. Fue en La Laboral. Incluso se recreó para las autoridades de la época una habitación. La 302 que únicamente acogió varios ágapes, puesto que su construcción decayó por culpa del estallido de la burbuja inmobiliaria. En 2012 la misma cadena hotelera dijo que, esta vez sí, lo pondría en marcha. Nada. El proyecto fue definitivamente abandonado. Posteriormente, los intentos por incorporar a Gijón al mundo del lujo resultaron baldíos. Se habló del inmueble situado entre las calles Domínguez Gil y la Merced -donde estaba el popular chigre El Molinucu- pero se convirtió en apartamentos turísticos. Todo ello, especulando siempre con su implantación en cualquier espacio noble vacío. Poniente, La Ería del Piles, etcétera. Sin embargo, la compra en 2021 por parte de un empresario de las antiguas oficinas del Muelle de la Autoridad Portuaria, tenía visos de ser el intento más sólido. Eso si no hubiésemos sabido esta misma semana que tuvo que venir otro empresario al rescate. Cumplía el plazo pactado para pagar el resto del precio (2,47 millones de euros), perdiéndose si no lo hacía lo ya abonado (652.000). Como digo, fue sobre la bocina cuando apareció un ángel capitalista, que parece querer darle continuidad a este proyecto. La búsqueda en Gijón de un establecimiento hotelero cinco estrellas es como la del unicornio rosa. Por más que se intenta, no acaba de verlo. En cambio, el edificio del Monte de Piedad en la calle Instituto sí albergará otro hotel.
@balbuenajm