Esta ciudad tiene una estación de ferrocarril provisional y otra de autobuses privada. Hasta ahí, ya lo sé, nada nuevo. El 29 de noviembre del año pasado los actos de la apertura de la variante de Pajares tuvieron lugar en Oviedo. Eso, claro, pese a que la línea termina en Gijón. Si hubiéramos tenido algo decente -no un apeadero en un entorno completamente degradado – la comitiva de autoridades hubiese recalado aquí. Es más, se está consolidando la idea de que la capital sea nuestra estación para el AVE. Lo cual, insisto, no pasaría si tuviésemos la añorada intermodal. Vamos con lo segundo. La actual terminal de autobuses sabemos de sobra cómo está. Sin embargo, su propietaria, la empresa Alsa, acaba de apuntarse un tanto. Debido a una sentencia favorable a un recurso planteado al actual Plan General de Ordenación (PGO), puede levantar en esa parcela dos bloques de seis y ocho pisos, más ático. En total, unas 83 viviendas. Todo ello, sin tener que esperar a que exista la estación prevista en el plan de vías. Condición que presentaba el PGO para poder llevar a cabo este desarrollo. Ahora hilen esto con el intercambiador que se pretendía construir en El Humedal. De haberse realizado, ¿cuánto tiempo hubiese pasado hasta que Alsa trasladase ahí sus paradas y comenzase a levantar edificios? ¿Acaso alguien piensa que hubiesen convivido a la vez estación e intercambiador? Desde luego, no hay que ser muy listo para ver el resultado final: una terminal de autobuses de marquesinas y una birria provisional para los trenes. Incomunicados.

José Manuel Balbuena.