El pleno extraordinario de la Junta General del Principado sobre las infraestructuras del Estado podía haberse celebrado hace una década. Es decir, los incumplimientos hubiesen sido los mismos, las argumentaciones similares y sus conclusiones idénticas. Digo más, en algunos casos podríamos hablar incluso de veinte años atrás. Es lo que llevamos esperando por la ZALIA, el vial de Jove o que se ponga en marcha el metrotrén de Gijón. La única diferencia es que ya tenemos variante de Pajares construida, eso sí, sin trenes que acorten el trayecto a Madrid. De hecho, la dinámica es igual a lo ya vivido con una novedad: ahora se habla de compensaciones. Pequeñas dádivas en forma de falso gratis para que veamos lo enfadado que está el Gobierno asturiano y demostrar que consigue algo. No sé, es como si a un parado -que desea fervientemente incorporarse al mercado laboral- le gratifican con un subsidio más largo. Al final, siempre responderá que lo que quiere es un empleo y no vivir de las subvenciones. Dicho de otra forma: lo que de verdad necesitamos es que pueda entrar la competencia en nuestra línea ferroviaria del AVE o que se acabe de una vez la autovía del Suroccidente. Ni más, ni menos.
Por eso, las dos sesiones parlamentarias de la Junta del pasado lunes y martes tampoco tenían mucho sentido. En principio, se creó la Alianza de las Infraestructuras -formada por un numeroso grupo de organizaciones – para supervisar el cumplimiento y priorizar los acuerdos con el Estado. Sin embargo, el foro ha resultado completamente inútil. Más que nada, por una sencilla razón: su capacidad para hacer de «lobby» ante el ministerio de Transporte es nula. Lo que importa, a la hora de conseguir cosas, es que se pueda condicionar al Ejecutivo de turno. Esto es, con la aprobación de unos presupuestos, acuerdos de investidura o determinadas leyes. No hace falta acudir al manido ejemplo de catalanes y vascos, ya que nuestros vecinos gallegos también lo practican con éxito. La autopista del Huerna sigue igual de cara, mientras que la AP-9 consigue rebajas en Galicia a cambio del voto del BNG. Por tanto, seguimos como siempre. Más de lo mismo. Enredados en debates estériles que solo sirven para la exhibición de unos y otros. «Tempus fugit»: el tiempo huye como una sombra y veinte años no son nada. Celebraremos otro debate dentro de ese periodo y, seguramente, veremos lo poco (o nada) que hemos avanzado.
@balbuenajm