¿Acaso es la primera vez que en un acto del Día de Les Lletres Asturianes se hace mención política, es decir, se pide al conjunto de fuerzas parlamentarias que pongan en marcha la oficialidad del asturiano y el eo-naviego? Ni mucho menos. En la pasada legislatura, cuando dicha correlación de fuerzas hacía necesario un solo voto, el de Foro, l’ Academia de la Llingua hizo mucha mayor presión. Al final, como saben, no se alcanzó puesto que los foristas tuvieron vértigo. Esto es, metieron en la negociación elementos externos -fiscalidad y hasta el plan de vías de Gijón- con el fin de no tener que decidir sobre un asunto tan espinoso para ellos. ¿Fue esta última manifestación en Oviedo la mayor convocada por la Xunta pola Defensa de la Llingua? Tampoco. En octubre de 2021 se llegaron a congregar hasta 30.000 personas por la calle Uría, en comparación con el millar del pasado sábado. En aquel entonces, el clima político daba a entender que se podía conseguir la oficialidá. Posteriormente, ante el fracaso de las negociaciones y negativa a seguir con el tema por la llegada de las elecciones autonómicas, vino un estado de letargo. Se decía que dichos comicios aclararían el panorama para la Llingua y, sin duda, las urnas dibujaron un escenario peor. En principio, hablamos de 23 votos (PSOE, IU-Convocatoria por Asturias y la diputada Covadonga Tomé) a favor de reformar ese artículo 4 del Estatuto de Autonomía por 21 en contra (PP y Vox), dejando aparte el siempre enigmático voto de Foro. O sea, no hay suma posible para los dos tercios necesarios (27).
Pues bien, pregunto, ¿por qué el presidente del Principado, Adrián Barbón, abre ahora el debate lingüístico basándose en ambos hechos? ¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Ha variado alguien su postura como para ver un nuevo escenario? Desde luego, la respuesta es no. Estamos como estábamos. Si el objetivo es señalar al PP como contrario a la oficialidad, tampoco es nada nuevo. Si su actual líder, Álvaro Queipo, al menos ya no ve al asturiano como un invento, es un paso. Si se le pide que cambie su posición, tendrá que hacerlo mediante un congreso al igual que los socialistas en 2017. Obviamente, no en una votación en la Junta General. Tenemos, por tanto, una iniciativa condenada al fracaso. Debate parlamentario estéril que no conducirá a nada más que una nueva frustración para el asturianismo. Ruido y pocas nueces.
@balbuenajm