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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Basado en hechos reales.

La tía Fe (nombre ficticio) era una solterona. Sí, ya sé que a los ojos de nuestra sociedad actual suena mal, pero de aquella era como se llamaba a quienes no tenían pareja. Siempre fue lista y gracias a su trabajo como maestra consiguió reunir un pequeño patrimonio. Su sobrina Dora (nombre también inventado) la adoraba. Tanto era así, que la consideraba como una segunda madre y con el tiempo su relación se fue estrechando. Dora siempre estaba pendiente de su tía, máxime cuando sus problemas de salud comenzaron a ser graves. De hecho, acabó cuidándola a diario, puesto que ya no se valía por sí sola. Fe se lo quiso agradecer dejándola en testamento todos sus bienes, como compensación por tantos años de trabajo y cariño hacia ella. Sin embargo, hay algo con lo que no contaba: en nuestro paraíso natural pagas muchos tributos en vida, pero también en la muerte. La sorpresa de la sobrina fue mayúscula cuando supo lo que tenía que pagar por el impuesto de Sucesiones. Una suerte de expropiación que se llevaba cerca del 40% de la totalidad de lo ahorrado por la difunta. Algo inaudito que solo pasa aquí, ya que en otras comunidades y para este tipo de herencias, los tipos han bajado o están en vías de hacerlo. Sin ir más lejos, en Galicia.

Efectivamente, heredar entre hermanos, sobrinos y tíos de la persona fallecida (Grupo III) representa en Asturias una carga fiscal muy importante. Algo que sorprende puesto que a quienes no tienen descendencia, suelen ser estos parientes los que se preocupan por ellos. Incluso la cosa es aún peor si se trata de primos y demás familia (Grupo IV) ya que el afán recaudatorio de la administración se recrudece. Desde luego, este caso (basado en hechos reales) no es el único. Muchas personas mayores quieren compensar a quienes se ocupan de ellas -no tienen por qué ser ascendientes, descendientes o cónyuges (Grupo I y II)- para luego encontrarse con semejante mordisco del fisco. Seguro que la tía de Dora, allá donde esté, se siente muy contenta con la llamada «vía fiscal asturiana». Esa que es como los peces del villancico: pagas y pagas y vuelves a pagar. Contribuyendo en vida uno de los IRPF más caros de España, para que luego no te libre ni siquiera la muerte. Fíjense que el Principado prevé recaudar durante este ejercicio 105,8 millones de euros por Sucesiones. Ah, y a esto le llaman progresividad fiscal.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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