Siempre que viajo a Bilbao veo lo que debería ser Gijón. A la postre, dos ciudades industriales obligadas a reconvertirse a la fuerza, pero que evolucionaron de manera muy diferente. Como la noche y el día, diría yo. ¿Tienen acaso los bilbaínos metro? Sí, desde 1995 y con diseño del prestigioso arquitecto Norman Foster. Ahora compárenlo con el túnel del metrotrén que lleva 19 años viendo cómo sirve para el cultivo de champiñones. ¿Y la ría? Perfectamente recuperada, completamente limpia y con un plan integral de saneamiento que finalizó en 2015. Aquí todavía no hemos comenzado la renaturalización del Piles. ¿Y la estación intermodal? Construida a mediados de los 90, situada en el barrio de San Mamés y con múltiples servicios. Entre ellos, 7.500 metros cuadrados para el ocio, aparcamiento de 526 plazas y cuatro plantas subterráneas. En fin, no les voy a contar la odisea de la intermodal gijonesa ya que el amable lector la conoce de sobra. Sé que me dirán que ahí tienen dinero de sobra, pero cuando lo tuvimos a nuestra disposición (fondos mineros, por ejemplo) miren para qué sirvió. Ah, y existe también otra notable diferencia. Ante un atropello como el que ha perpetrado el Ministerio de Transportes con el vial de Jove, no creo que hubiese una manifestación de apenas 700 personas (siendo generosos) como la del pasado jueves. Serían más, muchas más, seguro que la ciudad entera, conscientes de que, si no se mueve el árbol, nunca se recogerán los frutos. Sin duda, comparaciones odiosas.

@balbuenajm