Básicamente, a nuestro Puerto le pedimos dos cosas. La primera, que sea un motor económico de la ciudad. Es decir, que mediante su impulso se fomente la riqueza y el empleo. En este sentido, debemos decir que va bien. El plan de empresa de El Musel prevé casi 714 millones de euros en inversiones privadas durante el periodo 2025-2028. Y la segunda, tiene que ver con cuestiones medioambientales. Esto es, que no contamine. Algo que debemos poner en solfa, viendo el silencio de la Autoridad Portuaria ante la tropelía cometida con el vial de Jove. O por el carbón en forma de nube que de vez en cuando nos asola y tiza de negro la arena de San Lorenzo. Sin embargo, ahora está más preocupado por ser «agente urbanizador». Oigan, ¿qué es eso? ¿Por qué de repente le urge mejorar sus terrenos litorales, las terrazas hosteleras y hasta unas casetas en Poniente? ¿Le han venido esas ganas de sopetón o tiene algo que ver con el proyecto municipal de Naval Azul? Sin duda, el que no quiera cumplir con su parte del trato en la venta de los terrenos del antiguo astillero -ya saben, ceder gratuitamente esa pequeña franja marítima- tiene un alto componente político. O sea, nada de lo que está sucediendo es casual. Por lo visto, el objetivo de la nueva dirección es ser un Ayuntamiento B como contrapeso al actual, no vaya a pasar que repita dentro de dos años. Dicho de otra manera: tal parece, que el empeño de sus responsables está en ser un instrumento al servicio del principal partido de la oposición municipal.
@balbuenajm