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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Ser rico.

Sabido es que nuestra fiscalidad resulta peculiar. Esto es, se mueve por parámetros distintos a los del resto de comunidades. De hecho, lo que todas hacen de forma habitual por estas fechas, o sea, formular un sistema de deducciones en el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF), aquí lo llamamos pomposamente la «vía fiscal asturiana». Vamos, como si se hubiese inventado y solo se ofreciese aquí en exclusiva. Otra característica propia de nuestro sistema es la búsqueda y persecución de los que consideramos ricos. Es decir, a quienes ganan por encima de una renta determinada y que, como solemos oír de forma machacona, tienen que contribuir más. Oigan, como si eso no ocurriese ya en el sistema fiscal español que fue creado bajo la premisa de progresividad. Ahora bien, el problema en nuestro paraíso natural, digo, es a quién vemos como ricos. Sí, porque no hablamos de fortunas de millones de euros, sino que mete en el saco directamente a la clase media. Solo hace falta ver la última reforma propuesta por el Gobierno asturiano en el IRPF. Baja los tipos para el primer tramo de rentas hasta 12.450 euros (gracias, Cataluña, contigo empezó todo), para luego ir neutralizándolo hasta quienes ganan 55.000 euros anuales. A partir de ahí esa pequeña reducción desaparece. En resumen, que en Asturias esta es la frontera para ser considerado como pudiente.

Así, un notario, dentista, abogado, médico especialista o cualquier profesional con cierto éxito es considerado fiscalmente como acaudalado. Insisto, no hay que ir tampoco a buscar yates por los puertos deportivos asturianos, sino que tenemos bastantes muy cerca de casa. Entre otras cosas, puesto que los millonarios de verdad -los que tienen patrimonio y cuentas de muchos ceros- hace tiempo que se fueron de la región. Fíjese que en esta «reformina» se sube el tipo a las rentas por encima de 175.000 euros pasando del 25,5 al 26 %. Sin embargo, ¿piensan que esto afectará de manera significativa a la recaudación? En absoluto, no hay más de 500 o 600 declaraciones en Asturias que superen esa cantidad. Por tanto, el problema está en que se cree que la clase media es opulenta y por eso hay que desplumarla. Ah, y luego tenemos que escuchar al presidente del Principado, Adrián Barbón, decir en Madrid (sin duda, el mejor lugar para las comparaciones odiosas) que «empezamos a parecernos a un paraíso fiscal». ¿De verdad? ¿En serio?

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@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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