Por fin, el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Gijón aprobó la cesión gratuita de la franja litoral de los terrenos de Naval Gijón. Ya saben, en cumplimiento del acuerdo firmado con nuestro Ayuntamiento cuando se vendió la parcela. Un espacio, dicho sea de paso, que no tenía ningún valor hasta que llegó la nueva dirección y consideró que ahí estaba el meollo del negocio de El Musel. Entonces, empezaron a surgir de repente las actividades náutico-deportivas, el acceso a la lámina de agua y milongas similares. Dicho de otra forma: excusas para no cumplir con lo pactado. Todo ello, claro, con el fin de enredar la operación y que el proyecto de Naval Azul se retrasase lo máximo posible. Desde luego, se pone punto final a una de actuaciones más oscuras -yo diría que negra- del Puerto en nuestro Gijón del alma. Eso a pesar de que, cuando tomó posesión su actual presidenta, Nieves Roqueñí, dijo que el objetivo era relanzar las relaciones con la ciudad. En fin, ya lo vimos. Pese a tener (y ocultar) un informe favorable de la Abogacía del Estado junto con un dictamen de la Dirección General de Patrimonio en el mismo sentido, la dirección portuaria hizo todo lo que pudo y más para retener esos 3.848 metros cuadrados que previamente había vendido. Insisto, solo para fastidiar puesto que para El Musel ese pequeño terreno es irrelevante. Como ven, las relaciones institucionales entre el Puerto y Ayuntamiento quedan muy tocadas. No va a resultar nada fácil confiar en la actual Autoridad Portuaria.
Sígueme en X
@balbuenajm