Podríamos decir que 2025 ha sido un año de transición. Esto es, lo nuevo está naciendo poco a poco, mientras que lo viejo no termina de morir. Mientras el Ayuntamiento ha puesto en marcha sus proyectos (destacando el de Naval Azul o el Centro de Arte de Tabacalera), las obras pendientes del Estado siguen exactamente igual (vean si no el plan de vías o la engañifa del vial de Jove). Según parece, tenemos una ciudad que va a varios ritmos. El municipal que parece ir más rápido y el estatal que es prácticamente inexistente. A eso tenemos que unir la dolorosa paralización de la ampliación del hospital de Cabueñes, todavía sin fecha concreta para su reanudación. Pese a ello, la iniciativa privada ha seguido mostrando interés por la ciudad. La Universidad Europea -si la burocracia del Gobierno central no lo impide- se implantará en sus terrenos de la Pecuaria en Somió. Eso sí, de momento, solo como centro adscrito. Así mismo, el proyecto del hospital Quirón sigue adelante en el Nuevo Gijón, a no ser que las demandas judiciales planteadas ante su llegada prosperen. Además, tuvimos la buena noticia de que la Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias (ZALIA), por fin, tiene vendida una parcela, tras 15 años de espera. En lo político, hubo bastantes rifirrafes entre el Ayuntamiento y la nueva dirección de El Musel. Todo ello, por la propiedad de una pequeña franja litoral en los terrenos del antiguo astillero de Naval Gijón. Al final, con marcha atrás por parte del Puerto. Finalmente, hubo polémica por dos decisiones municipales: las obras del museo Piñole y el traslado de los usuarios del Albergue Covadonga. Cuestiones que todavía están pendientes de una solución, confirmando lo que les he dicho: en Gijón todo tiene su ritmo.
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@balbuenajm