La foto es del New York Times. Junto con unas cuantas más fue famosa por el revuelo que armó. Presentaba una España en blanco y negro, pobre y llena de hambre por cualquiera de sus esquinas. Si nos fijamos bien, al hombre de la tercera fila, le faltan dientes. Dos más allá, hay uno con un gran mostacho, sombrero de paja y una especie de manta en su hombro izquierdo. Cualquiera de nosotros, al ver este crudo retrato, pensaríamos que estamos hablando de otro país. Quizá Méjico, Nicaragua, El Salvador o cualquiera así. Sin embargo, era nuestra casa. Estaba delante de nosotros y un fotógrafo, con un hiperrealismo desmedido, hizo de espejo. Para mí, el año que pasó fue precisamente eso: en blanco y negro. Muchos de nosotros vimos (o sentimos) que la pobreza se acercaba sin ninguna compasión. Los suicidios por desahucio aumentaron hasta escandalizar, alguno de nuestros amigos ya forma parte del paro, y la prima de riesgo enseñó sus dientes sintiendo la intervención más cerca que nunca. En definitiva, miedo y angustia que se palpaba sólo con pisar la calle. Pensábamos que iba ser mucho más fácil, que un atisbo de recuperación llegaría cuando menos los esperásemos, que las cosas no podían ir tan mal. Pensó el Gobierno que esto se solucionaba con su sola presencia, que podía cambiar el panorama con un simple chasquido de dedos. Todos nos equivocamos. El Rey yendo a cazar elefantes, Rajoy desdiciéndose cada dos por tres y, Rubalcaba, dejando a su partido en tierra de nadie. Resumiendo, muy mal año. «Annus horribilis» que más vale olvidar. Adiós 2012 y que te vaya bonito. No creo que tenga un buen recuerdo de ti.