Eso fue lo que dijo Mariano Rajoy en la esperada rueda de prensa: falso, falso y falso. Falso: que él cobrara en B algún sobresueldo de su partido. Falso: que en el Partido Popular exista una contabilidad paralela distinta a la oficial. Y falsas: las catorce hojas de anotaciones presuntamente realizadas por el extesorero. En resumen, Rajoy hace tarde lo que debería haber hecho mucho antes: jugarse todo a una carta. Si resulta que los papeles que salieron a la luz son verdaderos, tendrá que dimitir. Él y todo el aparato político del PP que han llevado al partido a esta situación límite. No obstante, me da la impresión de que se ha dejado una baza por jugar. Quiero decir que la estrategia planteada podría ser limpiar su imagen a costa de otros. Esto es, puso todo el énfasis en su persona –«ganaba más dinero con mi profesión que con la política», llegó a decir- pero no habló para nada de anteriores etapas. O sea, más o menos lo que en su día insinuó Cospedal con respecto a otros dirigentes : que cada palo aguante su vela. ¿Veremos, pues, cómo se reniega de Aznar y todo el equipo de aquella etapa para salvar los muebles? ¿Veremos cómo se admite el B pero sólo para algunos? Puede que esto acabe como el juego del ajedrez: sacrificando piezas para defender al rey. La legendaria pachorra de nuestro Presidente, vuelvo a insistir, tuvo ayer su punto más álgido. Si se hubiera arremangado y hecho esta declaración el mismo día que salió la presunta contabilidad oculta, habría acallado muchos rumores. Ahora, todo es un hervidero de teorías y conciliábulos. En medios afines, hablo de periódicos de marcado centro-derecha, las encuestas realizadas sólo le dan un 25% de credibilidad . Casi el 75% restante no acaba de aceptar la versión del Presidente. ¿Por qué? Sin duda, porque se ha esperado tanto que cada uno ha ido formándose su verdad.
En toda guerra tiene que haber muertos. Políticos, se entiende. Las revelaciones sobre la ministra de Sanidad, Ana Mato, la dejan a los pies de los caballos. Se cometió un error alzándola a la cúspide del poder y ahora se está pagando. Cuando se fue descubriendo la trama Gürtel, el matrimonio Mato-Sepúlveda, aparecía en el ojo del huracán. Desde el famoso Jaguar a su exmarido, pasando por numerosas y frecuentes dádivas. Mato se defendió diciendo que no sabía nada de las operaciones realizadas por su ex. Los supuestos apuntes de Bárcenas, al igual que la documentación encontrada de la trama Gürtel en una nave industrial, hablan de regalos directos. Viajes, fiestas de comunión y cumpleaños para sus hijos o bolsos de 600 euros. ¿Puede seguir afirmando la Ministra que desconocía de dónde provenía el dinero? ¿No suena esto como las bolsas de dinero que entraban en la casa de Julián Muñoz y por las que su exmujer decía no preguntar? Malo si la Ministra lo sabía y casi peor si no. Entonces, es que no se entera de nada.