No tengo la más mínima duda sobre las razones que llevaron al vil asesinato de Isaías Carrasco: influir en el proceso electoral y posterior legislatura. De una manera u otra la banda terrorista quiere sentirse protagonista. En esta etapa que finalizamos, y por mor de un atentado donde se jugó con su autoría, tuvimos que vivir una de las legislaturas más convulsas en la historia de nuestra democracia con el terrorismo etarra siempre como referente. Ahora -con esta irrupción salvaje que le ha costado la vida a una persona que estaba apartada de la política y sin protección- pretenden que sigamos por el mismo camino. Es decir, que tengamos su siniestra figura como eje central durante estos cuatro años que vamos a comenzar. Desde luego, es terrible pensar que cada vez que afrontemos unos comicios estos vengan condicionados por atentados terroristas. Que, en definitiva, la mecánica de ETA no sea otra que acabar con vidas de inocentes para que así el resultado electoral sea más o menos el que habían previsto. Sería, sin duda, una democracia secuestrada si contribuimos a ello el domingo. Por otra parte, permítanme que haga un comentario sobre la alcaldesa de Mondragón y los siete concejales de ANV. Si yo estuviera en su pellejo aprovecharía esta oportunidad para desmarcarme de esta sinrazón. Es, a mí modo de ver, su gran oportunidad para salirse de ese camino y abandonar definitivamente la justificación del terrorismo. Pero, créanme, tienen miedo, sí, un miedo atroz a contradecir la línea marcada por las pistolas porque si no, probablemente, los siguientes, serán ellos.