Que lo de Chipre ha sido un error garrafal estaba más que claro. Su parlamento, como no podía ser de otra forma, ha dicho no a la quita propuesta por el Eurogrupo en los depósitos bancarios. Ni siquiera, a una fórmula mucho más suavizada que se había barajado como bálsamo ante la difícil situación creada. El partido gobernante en Chipre, pese a haber negociado esta fórmula en Bruselas, se abstuvo en la votación final. En definitiva, tuvo pánico a la calle. Los chipriotas, como no podía ser de otra manera, insisto, salieron con toda la razón a protestar airadamente contra lo que consideran un robo con nocturnidad y alevosía. Sin embargo, si miramos las cantidades del rescate necesario, la verdad, no es para tanto. Chipre necesita 17.000 millones de euros que es bastante menos de la mitad de lo que ha consumido la banca española hasta ahora (sobre 40.000). Lo que le ofrece la UE es en torno a 10.000 millones, o sea, la mitad de lo que se ha llevado Bankia. El problema es que Chipre, a todas luces, es un país pobre invadido por ricos. Quiero decir, que su economía difícilmente generará los 5.800 millones de euros que le piden desde Bruselas; puesto que está basada en el lavado de dinero ruso. Tampoco, como es lógico, apretando las tuercas a los ciudadanos ya que la cantidad a sufragar, para un chipriota de a pie, resulta insoportable. Quedaba, por tanto, la única solución posible: meterle mano a los depósitos. Pero se ha hecho tan mal, de forma tan chapucera; que ni esa posibilidad puede ya ser válida.
El Eurogrupo ha creado un nuevo problema donde ya había otro muy gordo. Ahora, no sólo van a tener que lidiar con el elefantiásico déficit, sino que va a ver cómo el sistema bancario quiebra por falta de efectivo. Todo el mundo, chipriotas y mafiosos rusos, van a retirar el dinero de las entidades bancarias para llevárselo fuera. Nada va a ser igual después de la metedura de pata comunitaria. Probablemente, el país acabe fuera del euro y siendo un protectorado ruso. De hecho, el ministro de finanzas está por allí solicitando un nuevo préstamo. Parece que después de seis años de crisis en Bruselas no han aprendido nada.