Hay quien critica al juez Elpidio (vaya nombre) por encarcelar a Miguel Blesa, ex presidente de Caja Madrid. Algunos dicen que una fianza de 2,5 millones de euros, era demasiado poco para un señor tan poderoso económicamente. Efectivamente, sólo tardó 24 horas en reunirla. También sobre lo farragoso e inaudito de su auto: «En medio de una tempestad, no existe barco que, a todas luces, tenga que aguantar ni, ante la presencia de un tsunami, existe mejor o peor tumbona para pasar la tarde tomando el sol». ¿Lo han entendido? Yo tampoco. Sin embargo, entrar en disquisiciones es «peccata minuta». El que un «Amo del Universo» se vea por fin entre rejas me parece absolutamente justo. Digo más, si quieren verlo así, es hasta anómalo el que le hayan imputado por esos presuntos delitos: lo de la compra de un banco en Florida o el préstamo a Díaz Ferrán. Respecto a esto último, probablemente, cumpliendo órdenes políticas. Hay más, mucho más, por lo que debería pagar. Entre otras cosas, la compra ruinosa de la Torre Foster a Repsol por 815 millones de euros, 4.000 millones en participaciones empresariales fallidas o los grandes préstamos no cobrados como a Martinsa-Fadesa. Así y todo, el que al menos un presidente de las antiguas cajas esté acojonado da cierto placer. Seguro que Blesa no ha dormido como, por ejemplo, los poseedores de preferentes -3.000 millones de euros- que en 2009 cayeron en su trampa. A mí lo de estos gestores de pacotilla me parece un escándalo de órdago. Eran, en la mayoría de las ocasiones, personajes sin formación financiera que aupados desde instancias políticas, jugaban con el dinero ajeno como si fuese el del Monopoly. Auténticos déspotas que hacían lo que querían, siempre y cuando fuesen sumisos con el político de turno. Moltó, el ex de Caja Castilla La Mancha, dejó un agujero que superó los 3.000 millones de euros: se ha llevado una multa de 155.000 euros –calderilla- y 5 años de inhabilitación. Modesto Crespo, el de Caja de Ahorros del Mediterráneo, era gerente en un concesionario de coches y su gestión ha costado 7.000 millones de euros. Si esto no es impunidad, que venga Dios y lo vea. Si a estos señores no se les hace pasar ni 24 horas en prisión, es que el sistema apesta.
Y para que nos demos cuenta de cómo estaba montado el negocio, fíjense en la compra del City National Bank of Florida. Caja Madrid no tenía ninguna experiencia internacional. Solamente una pequeña inversión en un banco mejicano –Hipotecaria Su Casita- que quebró. Con este bagaje, y sin encomendarse a nadie, desembolsa 1.100 millones de euros para meterse en el mercado estadounidense, incluyendo un fastuoso palacete que costó 10,5 millones. Llevada la operación al consejo de Caja Madrid la aprobó con el sí de los tontos: eran allegados a políticos y sindicalistas que lo único que conocían del sistema financiero era su cajero automático. Resultado: ahora se está vendiendo el banco por 500 millones de euros. El resto, nos lo tendremos que comer entre todos.
Nota final: que se vaya aplicando Rodrigo Rato lo de «Cuando las barbas de tu vecino…».