Una empresa que paga sueldos por importe de 2,3 millones debe ser considerada grande. Por lo menos, de la mitad para arriba. Normalmente, sus trabajadores no tienen la posibilidad de que parte de su nómina no tribute a Hacienda, ni tampoco cobran ningún complemento por kilometraje. Quiero decir que, de los emolumentos que reciben, deben pagarse el desplazamiento, la manutención y en la mayoría de los casos las dietas. Si quiera, en algunos casos, pueden tener una pequeña compensación que no llega ni de lejos a un tercio de su nómina. En el Parlamento asturiano nuestros diputados tienen todo esto y cuando ven que lo van a perder, reaccionan subiéndose el sueldo bruto. La Cámara asturiana gasta esa cifra anual en nóminas pero no tiene las mismas reglas que cualquier empresa. Hasta ahora, sus señorías ganaban un complemento de manutención y estancia por importe de 933 euros que estaba exento del IRPF. Por si fuera poco, tenían asignadas dietas por kilometraje que en algunos casos resultaban vergonzosas: cobraban por ir al Parlamento desde el mismo Oviedo, cuando no rezaba su domicilio en otro concejo pese a que efectivamente vivían en la capital. Resumiendo: díganme que empresa, ante la posibilidad de una mayor tributación, reacciona subiendo las nóminas. La realidad es que, querámoslo o no, nuestros políticos se empeñan en no ser normales. Eso de que tengan un tercio de la nómina fuera de tributación no deja de ser un privilegio de casta. El querer ahora compensarlo con una subida del salario bruto, resulta toda una afrenta para millones de trabajadores que soportaron un fuerte incremento en el IRPF. Es más, por mucho que se ha intentado explicar que la retribución global –los 2,3 millones- va a seguir igual, lo que queda en la ciudadanía es que se van a elevar los sueldos mientras hay más de 100.000 parados en la región. Ellos mismos se lo guisan, ellos mismos se lo comen.
Por otra parte, hay que considerar la cuantía de los sueldos. Con la reforma un diputado con dedicación exclusiva pasará a cobrar 3.902 euros brutos, mientras que los miembros de la Mesa y portavoces sobre 4.550 euros. Sin duda, una pasta. Díganme qué nivel tienes que tener en el mundo privado para ganar esa cantidad. Desde luego, ni mucho menos te lo pagan por apretar un botón como sucede en buena parte del hemiciclo. Así es que, normalmente, la política desde el punto de vista económico, suele considerarse un chollo. Muy pocos, me atrevo a decir, conseguirían esas retribuciones en el mercado laboral.