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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Tropezando con la misma piedra (o el «contrato» de integración valenciano).

Parafraseando el antiguo y conocido aforismo diríamos que, el político, «es el único animal que tropieza dos veces con al misma piedra». Y lo hace, créanme, con gusto, con el deleite extremo de quien se dice, «que grandes cosas estoy haciendo». De poco vale que la sociedad diga que se está equivocando o le critique abiertamente. Normalmente, sigue erre que erre hasta que lo expulsan o le impiden llegar al poder. Mecanismo, por cierto, infalible a la hora de hacerse entender por parte de los ciudadanos. Creo que uno de los mayores errores que cometió el PP en su programa electoral fue plantear el famoso «contrato» de integración para emigrantes. Primero, porque nunca se supo muy bien qué fin tenía que cumplir (si el objetivo era integrar al colectivo, ¿hace falta firmar algo o cumplir una ley que vale para todos?) y segundo, por situar a la inmigración casi como un problema, cuando, realmente, esta es la visión que se tiene desde zonas como Madrid, pero no en el resto de España. Pues bien, egoístamente el PP debería de haber recapacitado puesto que, a todos luces, electoralmente hablando, la medida situó a toda la emigración (que también vota, recuerdo) en contra. Sin embargo, hete aquí que desde Valencia -a tenor de la redacción de una futura ley de Integración del Inmigrante- quieren resucitar la medida.

Y lo hacen recalcando ce por be todo aquello que en la campaña electoral fue criticado. Por ejemplo. Dicen que mediante el contrato se quiere « cumplir y respetar las costumbres y cultura valencianas», cosa que, hablando de términos tan amplios, resulta cuando menos elástico. Pero además, imagínense que esta medida se pone de moda y pasa a aplicarla cada uno como le dé la gana. Es decir, que exista un «contrato» de integración para Canarias, otro para Andalucía y uno nuevo quizá para Cataluña. En un colectivo con alto grado de movilidad laboral, ¿no les volveríamos acaso locos? ¿No acabarían siendo casi eruditos en la cuestión autonómica? En fin, vuelvo a repetir que, el político, a veces, «es un animal». Punto.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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