Uno tiene la sensación con el llamado «caso EMA» en Gijón de estar viendo algo ya vivido. Sí, una especie de Déjà vu sobre unos hechos que presuntamente parecen repetirse otra vez en nuestro paraíso natural. Tenemos, de momento, una empresa que trabajaba por y para la Empresa Municipal de Aguas (EMA), imputaciones por supuestas contrataciones irregulares a sus altos cargos y una facturación anormal sobre el precio de mercado. Y por si fuera poco, la susodicha empresa se disuelve justo cuando la Físcalía lleva el tema al juzgado. Los imputados –tanto el ex gerente, Luis Alemany, como la ex concejala, Dulce Gallego- declaran de forma selectiva acogiéndose a su derecho: ante el juez sí, pero no a las preguntas del abogado de la EMA. Silencio ante los medios de comunicación. Dos directivos de la compañía pública son despedidos fulminantemente en julio ante la gravedad de los hechos denunciados. Poco a poco y periódicamente, van apareciendo «cosas» para sorpresa general. Un día el famoso bajo del millón de millones euros que se compró «para guardar carpetas», al siguiente el seguro de vida del ex gerente por 12.000 euros al mes. No es oro todo lo que reluce en la empresa estrella del municipalismo gijonés. Su rentabilidad -1,8 millones de euros en el último ejercicio la contemplan- oculta algo más. En el partido que llevó a cabo su gestión durante los últimos años, el PSOE, callan: guardan silencio sin querer manifestarse públicamente a favor de nadie. Esperan que el proceso judicial  siga su curso para ver acontecimientos. No vaya a ser que… Pregunto, si se cambian empresas y personas, ¿no parece esto el inicio del «caso Marea»? ¿No son las acusaciones similares a las que en su día se presentaron para el ex consejero, José Luis Iglesias Riopedre: fraude, prevaricación y exenciones ilegales? ¿No hay demasiadas similitudes?

Digo más, el actual equipo gobernante de Foro también cometió un error debido a esa ilusión óptica que era la supuesta rentabilidad. Cuando entró en el Ayuntamiento no destituyó a su gerente –hoy imputado- pensando quizá que tras los beneficios se encontraba una buena gestión. Nada más equivocado: en noviembre del año pasado tuvo que ser cesado de forma fulminante por «pérdida de confianza». Dicho de otra forma: algo no cuadraba dentro de la EMA. Su anterior dirección hace aguas por todos los lados.