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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Y ahora, ¿qué?

Nunca he confiando mucho en los acuerdos que suscriben los partidos. Más bien, los considero tan falsos como un euro de plomo. Se suelen hacer por aprovechar una oportunidad –unos quieren ser presidente y otros relevancia política- pero se van desvaneciendo con el paso del tiempo. Vamos, que ni mucho menos es algo de lo que te puedas fiar. Además, si usted o yo firmamos un contrato y no lo cumplimos tenemos responsabilidades, en cambio en política no pasa nada. Quiero decir, pues, que estos acuerdos tienen la estabilidad y firmeza de un cubo de hielo al sol: más tarde o más temprano acaban fundiéndose. En este sentido, el pacto entre  UPyD y el PSOE para el gobierno del Principado era todo esto y más. Me refiero a que, Javier Fernández, como así lo manifestó, lo firmó de mala gana y, al final, acabó incumpliéndolo. O no, depende como se mire. El caso es que si vemos el punto 3.4 del mismo habla de una reforma de la Ley Electoral con «mayoría amplia», para agregar posteriormente  el término de «mayoría reforzada». Eso lo interpreta UPyD con que se puede formar con 23 diputados (sumando a IU), y sin embargo para los socialistas se necesitaría aún más. Como ven, el juego de palabras puede ser variado pero los hechos no: el PSOE perdería dos diputados si se aplica la nueva ley. Por tanto, más que otra cosa lo que primaron fueron los intereses electorales de cada cual: UPyD e IU ganarían pero el resto de los grupos no (PP, Foro o el mismo PSOE). El problema, sin duda, estuvo en llegar tan lejos. Dicho de otra forma: estar en misa y repicando las campanas al mismo tiempo. El PSOE dejó crecer este asunto porque pensó que quedaría en nada, y sin embargo, ha causado todo un «efecto mariposa»: el aleteo de una reforma electoral por grupos minoritarios se ha convertido en huracán.

 
¿Por qué ovacionaron a Rosa Díez durante un minuto cuando anunció en su congreso que rompía el pacto? ¿Representa acaso una liberación para UPyD? Entonces, ¿por qué lo firmaron? Llama la atención que un pacto para Asturias se rompa en Madrid, e incluso, que no salga el diputado asturiano en la Junta a decirlo. Tal es así que, sin ningún pudor, fue Rosa Díez la que vino a Oviedo parar pergeñar el acuerdo y ahora, desde la capital, lo rompe. Desde luego, a UPyD le ha faltado la astucia de IU que estuvo navegado por el mar que más le interesaba: no ha roto nada porque no firmó nada. Entiendo que Javier Fernández va a tener mucho más difícil el día a día, pero no del todo imposible. La situación no va a ser muy diferente de lo que estaba ya viviendo: durante el Debate de Orientación Política en Asturias le votaron en contra más de treinta veces. La prueba de fuego va a estar en si vamos a tener o no presupuesto. Hecho fundamental en la vida política de cualquier gobierno. El que nuestro paraíso natural se vuelva a parar –más de lo que está, por cierto- es algo que también tiene consecuencias para quien lo fomenta. Me refiero, claro está, a que UPyD e IU tendrán que dar muchas explicaciones si no lo apoyan. A los asturianos nos da igual la fórmula que utilicen para resolver sus rencillas, pero estar sin presupuesto es algo grave y que nos va a condicionar. Los líos entre partidos no nos interesan, el que se pare la Administración sí.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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