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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Asturias ingobernable.

Una atmósfera irrespirable va instalándose en la política asturiana. Todo ello, a cuenta de la negociación presupuestaria tanto autonómica como municipal. En el caso del Principado, la ruptura del pacto de gobierno con IU y UPyD hace que las cuentas para el año que viene sean más difíciles. El primer interesado en ellas, Javier Fernández, hace llamamientos a la responsabilidad, más que nada, porque en ello también le va su supervivencia. La preocupación de ver una Administración de nuevo parada es más que notoria. Según manifestó el Presidente, los presupuestos pretenden llevar un 67% de gasto social. O lo que es lo mismo: dejan un margen casi nulo para la inversión. Además, tienen que menguar para cumplir con el déficit permitido. Si en una familia cualquiera 67 de cada 100 euros que ingresan están ya gastados el día uno de cada mes, poco más se puede hacer. Los servicios públicos en Asturias se llevan tres cuartas del presupuesto y no es intención del Gobierno, ni mucho menos, reordenarlos. La disyuntiva de cañones o mantequilla aquí se transforma en sanidad o inversión. La primera seguirá creciendo, mientras que la segunda menguará aún más. Si este año se han dedicado 364 millones para el capítulo inversor siendo el más bajo de la historia, el que viene puede que igual o menos. Así y todo, el valor del presupuesto se encuentra en que permite hacer política. La carencia de dinero que manejar transforma a los políticos en meros gestores de aire. Son como un futbolista lesionado: puede tener un fútbol prodigioso pero si no salta al campo… Si el presupuesto se prorroga el Gobierno tendrá que pasar por el Parlamento para aprobar cualquier proyecto que quiera realizar. Eso, no sólo ralentiza la acción de gobierno extraordinariamente, sino que además en la práctica resulta un camino de obstáculos difícil de superar. No es cierto ese discurso que minimiza los efectos de unas cuentas prorrogadas. El año que viene el gobierno de Javier Fernández podría pasarlo viendo simplemente cómo se gastan las partidas sin hacer nada más. Una situación, desde luego, bastante indeseable.

En Gijón, la mayor ciudad asturiana, la cosa no va mucho mejor. El PP ha manifestado que ahora mismo «no se dan las condiciones para sentarse a negociar». Es decir, rechazan el presupuesto de Foro Asturias sin ni siquiera plantearse las partidas que lo componen. Es más, este caso es aún más grave porque en Gijón aumenta: hay mayor gasto dedicado a la inversión que podría perderse. La estrategia del PP parece ser la de dejar a Foro sin presupuesto para el año que viene. Algo así como impedir su gobierno al dejarle en prorroga presupuestaria. Y el ciudadano, ¿qué? Pues mira cómo la política no trabaja para la recuperación económica, sino más bien todo lo contrario. Se enroca en sí misma transformando Asturias en un campo de batalla entre partidos. La inestabilidad  política se traslada a una economía que se maneja entre incertidumbres. Si no hay presupuestos en 2014, tampoco los habrá para 2015 por ser año electoral. Tres de los cuatro años de legislatura sin ni siquiera unas cuentas que manejar. Al enemigo político ni agua, a los asturianos tampoco.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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