No le veo mucho futuro al gobierno socialista. Yo diría que el único es languidecer lo que queda de legislatura. Dejar que el tiempo pase hasta mayo de 2015. Presentarse ante el Parlamento para que le aprueben algún crédito extraordinario –por ejemplo, en temas sociales- y poca cosa más. Ni impulso, ni avance. Nada de nada. La relación con sus ex socios ha acabado tan mal que es un auténtico divorcio. Mal avenido, diría yo. Javier Fernández va acabar siendo un gerente más que un presidente. Un señor que paga las nóminas de los funcionarios, recauda los impuestos y ostenta la representación del Principado. Punto y final. Olvídense de ver alguna política activa puesto que no se va a poder llevar a cabo. Dicho de otra forma: sería darse de cabezazos contra el muro que la oposición en bloque piensa levantar. Nadie, en estas circunstancias, cree que se le pueda dar la vuelta a la tortilla. O sea, que Javier Fernández sea capaz de reinventarse para salir de esta situación. Política muerta. Eso es lo que vamos a tener que soportar casi durante año y medio y que al final, ya verán, acabará oliendo mal. Se abre un tiempo que ni fu ni fa. Sólo guerras y trifulcas de los partidos para posicionarse ante unas elecciones que se han adelantado. El parón en la política asturiana es ya un hecho y lo vamos a sufrir los asturianos. No sólo ya porque el Principado quedará desactivado, sino también por nuestros ayuntamientos. En Gijón, Carmen Moriyón, no va a tener presupuesto. El PP se va a negar de forma compulsiva a apoyar sus cuentas. En Oviedo tiene pinta de ser al revés: será Foro quien no apoye a Caunedo. Tiempo político negativo el que estamos viviendo en Asturias. Desánimo general, desafección hacia la política y sus formas. No sentimos rehenes de una guerra en la que nadie puede vencer jamás.