Bobby Sands, republicano de Irlanda del Norte y miembro del IRA, inició en 1981 una huelga de hambre junto con 10 compañeros que les llevaría a la muerte. Entre sus motivos se encontraban el derecho a relacionarse con otros presos, el de organizar su tiempo libre o recibir una visita y una carta por semana dentro de las cárceles británicas. Bien, comparen esto con el caso de la penúltima huelga de hambre del etarra De Juana Chaos donde mantuvo relaciones sexuales con su pareja, y verán cuán diferente son ambos casos. Al mundo abertxale siempre le encantó compararse con el conflicto que se vivió durante décadas en Irlanda. Pero nada tienen que ver. En el caso vasco las víctimas nunca se organizaron ni respondieron violentamente ante las agresiones, en el irlandés sí. En Irlanda se crearon auténticos guetos que separaban a ambas comunidades, en el País Vasco Maite Pagazaurtundua o Pilar Elías tienen que vivir a escasos metros de quienes segaron la vida de sus seres queridos. Como ven, las diferencias son muchas y muy notables.
Ahora, con la nueva huelga de hambre De Juana Chaos pretende otra vez politizar el asunto. No ver al asesino de 25 personas como un feroz delincuente, sino como un preso político al que un estado opresor y unos malvados medios de comunicación maltratan. Mal haríamos en aceptarlo así. Sería caer en su trampa. Si usted o yo cometiésemos delitos tan graves (o más leves) tendríamos que pagarlos con la cárcel y económicamente, ¿por qué él no? Si está pendiente de compensaciones económicas, ¿por qué no cobrárselas si no mostró ni un signo de arrepentimiento o cambio de actitud durante su condena?