Recientemente hemos sabido que estadísticamente hablando, nuestro turismo ha caído en número de pernoctaciones. Y lo ha hecho, fíjense, en la mayor proporción dentro del país. Según Sadei (la sociedad estadística asturiana) una de las causas se debe al incremento en los precios de nuestro sector hotelero y hostelero. Durante el mes de junio éstos han sido superiores a las de las otras comunidades de la cornisa cantábrica, dando, como resultado, una merma en cuanto al número de visitantes. Bien, no contradiciendo a los rigurosos boletines de coyuntura que Sadei ofrece, he de decir que para mí hay que analizar más cosas. Cifrémoslas en dos principalmente. Primera, el tiempo inestable y segunda, la crisis económica vinculada al turismo nacional. En cuanto a la cuestión meteorológica, obviamente, cuanto más irregular sea menos permanecerá el visitante en nuestra comunidad. Ese turismo resistente al orbayu que desde muchas instancias se nos hizo ver como capaz de sortear inclemencias, simplemente, no existe. La gente en verano quiere sol y, si no lo hay, pues se va a otra parte. Así de claro.
En cuanto a lo segundo, o sea, el impacto de la crisis, viene de la mano del gran fallo en nuestra promoción: nuestro turismo es un monocultivo de origen nacional. Esto es, procede de Madrid y comunidades adyacentes. Si, como más de uno dijimos en su día, se hubiese fomentado el que llegasen visitantes de otras zonas de Europa (Ferry, vuelos baratos… ¿recuerdan?), ahora quizá no sufríamos tanto las consecuencias de un turismo más castigado y que, por supuesto, no sólo permanece menos tiempo, sino que tiene su poder adquisitivo mermado. Creo, sinceramente, que en esto, es decir, en diversificar nuestra oferta turística hacia otros países, merecemos un cero patatero. Muchas veces, en las rutas de Oriente, me encuentro con multitud de peregrinos haciendo el camino de Santiago por la costa a su aire. No han recibido ninguna oferta ni información, sin embargo, la saturación de la ruta interior y lo que les han contado sobre la belleza de nuestra costa; les sirve como incentivo. Por tanto, no creo que sea tanto una cuestión de precios si ahora tenemos menos pernoctaciones, simplemente, es que tenemos el mismo turismo desde hace veinte años sin que hayamos hecho nada por buscarle un recambio.