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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Ciudad menguante.

Somos cada vez menos y más viejos. Yo diría que esto es un hecho casi irreversible. Gijón perdió el año pasado 1.812 habitantes. En términos porcentuales, el 0,65% de la población situándonos en 276.473 personas. El colchón que representaba la inmigración para mitigar este proceso se ha perdido. En enero de 2015 había un 9,2% de extranjeros menos, yéndose la gran mayoría por la falta de trabajo y expectativas. El declive demográfico es constante y tiene consecuencias. Más que nada, que no se rejuvenece la población. Una sociedad envejecida hace que la ciudad sea cada vez menos dinámica. En Gijón (y Asturias) hay más geriátricos que guarderías. Más gimnasios que empresas dedicadas a los servicios informáticos. Más sendas para caminar que nuevas líneas de transporte. Una población que no trabaja consume menos por una sencilla razón: ya lo ha consumido previamente. Tampoco se hipoteca porque siente que no le queda tiempo para la amortización. Y no compra bienes –un coche, por ejemplo- porque ha dejado de utilizarlos. En Asturias (y Gijón) se dan los tres jinetes del apocalipsis demográfico: baja natalidad, tendencia fuerte al envejecimiento y saldos migratorios negativos. ¿Se puede parar esto? No, en todo caso contrarrestarlo. Utilizando, sin duda, el mejor método que existe para aumentar el censo: el empleo. El Gijón de los años sesenta –en pleno desarrollismo- crecía a base de recibir población de otros lugares. La creación de Ensidesa, como punto culminante de la industrialización, contribuyó a ello de manera decisiva. Personalmente, no creo mucho en las políticas para aumentar población que se hacen a base de dinero. Esto es, proporcionando ayudas por hijo. Supongo que la inmensa mayoría de la gente no toma esa decisión porque la administración de turno le subvencione. En cambio, si la pareja se encuentra en un entorno laboral estable, no lo duden, acabará por aumentar la familia. En este sentido, la crisis económica tampoco ha ayudado mucho. Ha hecho que no sólo se hayan marchado los inmigrantes, sino que también las decisiones sobre incrementar la natalidad se retrasen. En resumen, yo quiero que mi ciudad se mueva y trabaje. Que se despierte por la mañana y no sea para ir a pasear por El Muro. Que coja el autobús para ir a trabajar y no al parque más cercano. Gijón necesita población joven de forma urgente o se irá apagando.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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