Supuestamente, todas las medidas adoptadas por los gobiernos para calmar al mundo financiero tendrían dos fines. Primero, que las familias y empresas tuvieran un acceso menos complicado al crédito y segundo, recuperar la confianza interbancaria logrando con ello que indicadores como el euribor bajasen. Bien, de lo primero, o sea, de que se vuelvan a conceder préstamos de una manera más o menos razonable, hay que decir que es necesario situar esta tormenta financiera dentro de todo un frente como es la crisis. Es decir, que una vez pasados sus efectos quedan por ver otros también bastantes intensos como, por ejemplo, la destrucción de puestos de trabajo o el cierre de empresas. En estas circunstancias, pues, se hace muy difícil pensar que la banca volverá a abrir una especie de «barra libre» hacia el dinero prestado. Más bien, veremos como las operaciones se analizan concienzudamente y, aplicando, en todo caso, criterios de extrema prudencia. No será fácil, por tanto, acceder a un préstamo por mucho que los gobiernos inyecten liquidez, puesto que, más allá de que el sistema goce de confianza entre sí, le faltará la que necesita sobre el cliente por considerar que está inmerso en un entorno de alto riesgo.
En cuanto a lo del euribor, hombre, su bajada sería vital para reactivar la economía. Hay que tener en cuenta que muchísimas familias se encuentran atrapadas en el mismo. Este índice hipotecario sumado el correspondiente diferencial fue el más usado durante la época del «boom» inmobiliario y, lógicamente, debido a su intensa subida, acabó ahogando las economías domésticas. Bien, hay que decir que ante los planes de rescate gubernamentales, de momento, reaccionó a la baja. Lo cual, dicho sea de paso, está muy bien, pero, también, es necesario señalar que no lo hizo en la proporción debida. Si quieren se ha producido un poco una especie de «efecto gasolina»: pese a que el barril de petróleo lleva muchos meses bajando su precio, la gasolina que consumimos no lo hace de la misma manera ni mucho menos. Estamos, pues, en unas circunstancias donde sería bueno vigilar la evolución del índice. No es lógico que el euribor permanezca en cotas superiores al 5 por ciento, mientras, el sistema bancario, tiene carta blanca para recoger dinero del BCE o de la mismísima administración. Si se inyectan millones de euros para que vuelva la confianza interbancaria, esto debe traducirse hacia el consumidor en una bajada significativa del precio que paga por el dinero. Y si no es así, habrá que buscar otro índice que refleje claramente el nuevo escenario.