Vaya por delante que no creo mucho en la cumbre financiera que se va celebrar en Washington. Bajo el pomposo anuncio de «Refundar el capitalismo» se fomentan unas expectativas que, para nada, ya lo verán, se cumplirán. Hay incluso quien la compara con los acuerdos de Bretton Woods del año 44. Pero, bien, aquí no estamos hablando de que existe un nuevo orden internacional como consecuencia de una guerra mundial. Ni siquiera de ningún plan para reactivar economías devastadas por conflictos bélicos. Aquí, simplemente, asistimos a la primera crisis económica globalizada de la historia. Que no es poco, por cierto. Pues bien, veo la lista de países que van a participar y me quedo un poco perplejo. Se invita a Argentina que, con las últimas medidas de nacionalización sobre planes pensiones y empresas, parece que se aleja bastante del capitalismo. O a Turquía que de potencia económica mundial tiene poco, pero de aliado de Estados Unidos bastante. Por tanto, veamos las cosas como son: es una reunión donde el principal anfitrión invita a quién le da la gana y según sus intereses.

Sin embargo, no quita este hecho para que, a mí juicio, la política exterior española, haya quedado en el alero. La imagen de Zapatero, como hoy en China, pidiendo al resto de los líderes que intercedan por él ante el inquilino de la Casa Blanca; deja bien a las claras lo poco y mal que se ha trabajado en ese aspecto. O sea, en el de reposicionar a España dentro del orden económico-financiero mundial. Si la octava economía del planeta no tiene por derecho y sin discusión que estar presente en una cumbre de este tipo, ya me dirán quién lo tiene. Pero, en fin, de momento las cosas son así: España no acaba de entrar en ninguna de las “G” planetarias y ya toca.