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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Totum revolutum.

Los partidos miran de reojo las elecciones. Sí, se ve en sus gestos, declaraciones y las estrategias que toman. El PP sigue repitiendo, casi como un mantra, que ha ganado las elecciones. Pienso que por reiterar un hecho cierto no van a conseguir gran cosa. Ahora, la línea de acción consiste en atacar a Ciudadanos. Su pacto con el PSOE intentan mostrarlo como una alianza de izquierdas. El objetivo es volver a captar al electorado que cambió su voto el 20-D. Los discursos populares quieren demostrar que Albert Rivera no representa el centro-derecha que ellos esperaban. Por su parte, la formación naranja se defiende yendo directamente a por la figura de Mariano Rajoy. No lo consideran el candidato válido para un posible gobierno. Rivera lo dijo  así de claro en una entrevista: sin Rajoy todo es posible. El PSOE se afana en vender su pacto con Ciudadanos aunque sea un producto fracasado. Si una vez ya tuvo el rechazo del Parlamento, no se adivina ninguna razón por la que en 50 días deje de tenerlo. Y más si tenemos en cuenta que todos los partidos se encuentran enrocados. Los socialistas siguen en su particular guerra con Podemos: los convocan a una mesa de negociación y no van. Quizá consideren que la intervención de Pablo Iglesias –lo de la cal viva, ya saben- fue la gota que colmó el vaso. Podemos excluye a Ciudadanos de cualquier tipo de pacto. Su visión de Rivera como un hombre de la derecha –aunque el PP lo presente de izquierda casi radical, insisto- les impide sentarse con él. Denuncian que el PSOE va de la mano de éste y por eso acentúan que lo único que se pretende es la gran coalición: socialistas, más populares y Ciudadanos. Todo un frente de la derecha en esa visión de blanco o negro –o conmigo o contra mí, diría yo- que tienen en la búsqueda de acuerdos. ¿Cómo se resolverá este revoltijo en que se ha convertido la política española? Muy posiblemente en el último minuto. Los cuatro partidos estarán pendientes de las encuestas y si ven que le son adversas, ablandarán mucho su postura. De momento, éstas señalan –escaño arriba o abajo- unos resultados muy parecidos a los actuales. O sea, que con una nueva convocatoria electoral lo único que se lograría es entrar en bucle. Sin embargo, esto puede cambiar. Con el paso del tiempo el voto puede ir virando y con ello acercarse las posiciones. En el «virgencita que me quede como estoy» puede estar la solución. Más o menos, lo que sucedió en Cataluña.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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