Hay quien ve en el referéndum de Podemos –que empieza hoy, por cierto- una posibilidad: la de que el actual estancamiento en la formación de Gobierno cambie de manera súbita y dé un giro inesperado. La formación morada anunció que sometería a sus bases un posible pacto con el PSOE. Las preguntas a realizar son dos. Una, «¿Quieres un Gobierno basado en el pacto Rivera-Sánchez?». Y la segunda, «¿Estás de acuerdo con la propuesta de Gobierno de cambio que defiende Podemos, En Comú Podem y En Marea». Por su parte, Pablo Iglesias ya se apresuró a señalar el camino de los suyos: a la primera cuestión dijo públicamente que responderá que no y a la otra que sí. Es más, la decisión de sus militantes quedará incluso coartada, ya que, ante un resultado contrario a sus intereses, asumiría de forma inmediata las consecuencias. Vamos, que se sentiría desautorizado y acabaría dimitiendo. Exactamente lo mismo que hizo en el congreso fundacional de Vistalegre y que tan buenos resultados le dio. O yo o la nada, que se suele decir. Personalmente, entiendo que las preguntas –al igual que sucedió en su día con la consulta que hizo el PSOE- no dejan de ser capciosas. En Podemos conviven dos almas. La de unas bases más radicales partidarias de romper con todo, y la de un votante más moderado que simplemente pretende un cambio. Posturas ambas complementarias y que hasta ahora le han funcionado a la perfección. Si se impusiesen las tesis de sus bases, esto es, la visión más allá de la izquierda, Podemos no dejaría de ser un partido minoritario. Quizá con media docena de diputados y poca cosa más. En cambio, es el votante menos radical quien le da la fuerza suficiente para llegar a los 69 escaños y cinco millones de votos que disfruta en la actualidad. Ante este referéndum, me atrevo a pronosticar que ganarán los primeros: los partidos de tomar el «cielo por asalto» tal y como dijo Iglesias. Han sido demasiados meses de mensajes duros, de enfrentamientos a cara de perro con el PSOE como para que la militancia no se vea condicionada. Asumir un pacto in extremis con los socialistas sería dar una bofetada, no sólo al aparato del partido, sino también a la línea seguida. Yo no creo que vaya a haber sorpresas el día 18 cuando se conozca el resultado. Podemos asumirá plenamente la estrategia de Iglesias y, con ello, a la vista está, preferirá jugársela en unas nuevas elecciones. Al fin y al cabo, las encuestas adversas nunca han sido un problema. Intentarán protagonizar de nuevo, como ya sucedió el 20-D, una remontada.