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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Tres claves.

Una. Las encuestas son muy claras: de cara al 26-J, la movilización del electorado propio va a ser muy importante. En estos comicios, quien logre llevar más simpatizantes a las urnas, acabará ganando. Será una lucha por evitar que los respectivos votantes no se queden en casa. La participación, según parece, puede estar entre tres y cinco puntos por debajo del 20-D. Los partidos tendrán que convencer a quienes no tienen intención de ir a votar, además de a los indecisos. Muchos ciudadanos se han cansado de la política o la siguen con cierta indiferencia. Han sido demasiadas llamadas a la urnas seguidas y eso se nota. Si contamos municipales, autonómicas y generales vamos a votar tres veces -hasta cuatro en algunas comunidades- en poco más de un año. Hay un cierto hartazgo, desencanto diría yo, en el ambiente.

Dos. En este sentido, se diseñan estrategias para que no prevalezca la desgana. El PP lo tiene claro: «¡qué viene Podemos!» es el lema de campaña. El principal incentivo por la cual su electorado debe ir a votar. Hablar de Venezuela, mostrar estanterías de supermercados vacías, pensiones que no se pagan o represión política está a la orden día. A eso también se ha unido Ciudadanos. Los de la formación naranja han dado un giro apuntándose a lo que se denomina «el discurso del miedo». Unidos Podemos, por su parte, tira contra todo. Contra el bipartidismo, los de arriba, los medios de comunicación y, sobre todo, el PSOE. La coalición de IU y Podemos tiene esa gran virtud: aunar el desencanto para lograr un grado de movilización muy alto. Tanto los votantes populares como de Unidos Podemos son quienes mayor fidelidad muestran. No tienen duda en acudir a las urnas para que el otro no gane. En cierta manera, el odio mueve mucho más que la simpatía.

Y tres. El problema está en quedarse a la mitad. Es decir, en no ser claro a la hora de posicionarse. Algo, sin duda, que le ocurre al PSOE. Pedro Sánchez de repente se acerca a Ciudadanos (llega a firmar incluso un acuerdo con él), y ahora habla del Podemos moderado de Iñigo Errejón con el que podría pactar. Sánchez tiene con los formación morada la misma relación que Ulises con las sirenas: le atraen. Y eso despista mucho al electorado de centro. Además, los socialistas no acaban de encontrar su sitio en este nuevo escenario. Quieren echar a Mariano Rajoy de La Moncloa a toda costa, pero a la vez no juntarse con Pablo Iglesias por miedo al «sorpasso». Ni aquí ni allí. Ni a un lado ni a otro.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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